Es la recta final de la campaña y cada vez el pastel a repartir se hace más pequeño.

Al inicio, cada candidato sólo contaba con el voto duro de su partido y con la promesa de los simpatizantes. La estrategia en la campaña se establece básicamente para mantener a los cautivos y convencer a los indecisos.

Después del primer debate entre candidatos a la presidencia, preguntamos si había cambiado su intención de voto y encontramos que el 25 por ciento nos dijo que si; la cifra baja después del segundo debate porque cada vez son menos las personas que permanecen sin definición.

En una elección cerrada como la de 2006 cada minuto de campaña puede ser determinante, sin embargo, en esta ocasión las variaciones que se han registrado en todas las encuestas realmente es un panorama muy similar al del arranque.

En la agenda nacional ya no hay actividades que reúnan a todos los candidatos, tampoco hay bombas de guerra sucia por explotar que no se hayan usado.

Sigue la elección donde se movilizará de todo en el espacio físico y en el cibernético; un primero de julio con facebook y twitter pintado con los colores de los partidos.