Explicó que esta enfermedad es crónica y con el tiempo, invariablemente incapacitante, incluso reduce la esperanza de vida, dependiendo de la gravedad con la que se presente. Causa inflamación y dolor, sobre todo en articulaciones de tamaño pequeño: codos, muñecas, dedos de manos, rodillas, tobillos, pies; es decir gran parte del sistema articular.

Puntualizó la doctora Hernández que el ejercicio es fundamental para retardar la pérdida de la función articular, así como las aplicaciones de calor y frío, el uso de férulas o dispositivos para apoyar y alinear las articulaciones, y el tratamiento con medicamentos.

La artritis reumatoide, destacó, es más frecuente en mujeres, en proporción de tres a uno con respecto al hombre y la máxima incidencia es alrededor de la tercera o cuarta década de la vida.

Aclaró la especialista que muchas veces se pueden tener síntomas parecidos a los de la artritis por escribir a máquina o teclado de computadoras, pero éstos desaparecen, no implican factor de riesgo para desarrollar la enfermedad, de hecho, ni lavarse las manos después de escribir, como comúnmente se cree.

Explicó Hernández Cabrera que la artritis reumatoide no tiene causa determinada, por eso no existe la manera de curarla.

Entre la comunidad médica se considera que hay cierto componente genético que puede predisponer a padecerla, pero en realidad no se ha identificado; tampoco se sabe qué tanto afecta a la persona, la condición ambiental y su carácter o personalidad.

Reiteró que este padecimiento tiene como consecuencia la invalidez total, que no se presenta igual en todas las personas; algunas quedan postradas en cama o en silla de ruedas debido a que sufrieron un proceso muy agresivo y acelerado, a grado tal que no pueden comer solas, necesitan ayuda para vestirse y realizar sus actividades más elementales, porque las articulaciones se quedan pegadas y pierden totalmente el movimiento.

En casos menos severos, las personas pueden llevar una vida casi normal, es decir, si les causa cierto grado de molestia, pero no les condiciona secuelas graves. Hernández Cabrera detalló que si se diagnostica en sus inicios, se pueden utilizar medicamentos inductores de al remisión de la enfermedad, que de alguna manera frenan el proceso inflamatorio en etapas tempranas, que es el responsable de la destrucción de la articulación.

Resaltó que es importante educar al paciente para que esté consciente de que debe ajustarse a un régimen de tratamiento. Es necesario también que su familia comprenda lo que está sucediendo, porque se van a producir alteraciones en al dinámica que tienen.

Por ejemplo, si una ama de casa desarrolla este padecimiento, va a tener limitaciones para cocinar y hacer labores del hogar, si esto no se asimila, lo que ocurre con frecuencia es que al enfermo se le abandona.