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El robo de la barra de oro

Recopilado de los periódicos de California USA de la época

  
Nota publicada el 28 de diciembre de 2017
por Rafael González Bartrina

A continuación conocerán la historia del robo de una barra de oro en Ensenada a mediados de 1895 que trajo graves problemas a varios hombres que supuestamente estuvieron involucrados.

La compañía minera Ybarra, que explotaba sus minas de oro en la zona de Calmalli, Baja California, hacia envíos de lingotes del metal precioso con regularidad a Ensenada.

El 15 de marzo de 1895 se hizo uno de tales envíos. El transporte era por medio de carreta jalada por mulas a Santo Domingo. De ahí se embarcó en la goleta “Anita” propiedad de la misma compañía. El 20 de marzo fue recibida en Ensenada por el agente comisionista Sr. Manuel Riveroll (hijo de Don Teodoro Riveroll). Para su custodia y posterior envío a San Diego por medio del barco vapor Carlos Pacheco, la barra fue depositada en la caja fuerte.

Hacemos una pausa para describir con detalle la mencionada barra de oro.

Media 7.75 pulgadas de largo en la parte superior (20 cm.). Mientras que en la parte de la base era de 8.25 pulgadas de largo (21cm). De ancho en la parte superior era de 3.25 pulgadas (8.25 cm.) y en la parte de la base era de 4 pulgadas de ancho (10.16 cm.). Tenía 2.5 pulgadas de alto (6.35 cm.). Tenía un peso de 636 onzas Troy. (20 Kilos) y una pureza de .959.

En la parte superior estaba estampado lo siguiente: No. 22 GOLD 959 Fine. YBARRA Mining Company 636 Ozs. Value $12,608. (Precio actual calculado a $1,600.00 dólares por onza. $ 1, 017,066.00.

Seguimos con nuestro relato. La barra de oro se guardó en la caja fuerte del agente Riveroll de donde en el trascurso de la noche desapareció.

Esa misma noche la caja fuerte de la tienda que funcionaba también como banco propiedad de Godbe & Co. fue abierta de la misma manera y una cantidad aproximada a $ 3,000 pesos en monedas de oro y plata fue sustraída.

Al descubrir el robo, el Sr. Riveroll lo reporto de inmediato a las autoridades. En ese mismo momento fue detenido y arrestado como sospechoso del robo. El contador de la agencia Sr. Allen Pratt, contador de la agencia del Sr. Riveroll, quien también conocía la combinación en la misma forma fue arrestado. Un amigo del Sr. Pratt, un individuo sin empleo fijo, aunque dueño de algunas propiedades, principalmente en el área de San Quintín, de nombre James. E. Garrett, fue arrestado. La misma suerte corrió el Sr. Seymour Jackson encargado de la tienda Godbe & Co.

Tanto El Sr. Pratt como el Sr. Garrett habían adquirido la ciudadanía mexicana, Por lo que se les seguía juicio como tales.

No se obtuvo ninguna información de parte de los arrestados ni se encontró la barra de oro ni el dinero tomado del banco.

El Sr. Jackson (ciudadano Ingles) fue declarado culpable del robo del banco y fue sentenciado a seis años y 9 meses y a pagar una multa de $1,041.00 o recibir un cargo adicional de 100 días de cárcel. La sentencia la dicto el Juez Guerrero Y. Porras.

Gracias a las gestiones del gobierno de Inglaterra El 12 de enero de 1896 el Sr. Jackson fue puesto en libertad bajo una fianza de $15,000.00. Posteriormente el Juez fue removido de su cargo.

Por su parte el Sr. Riveroll permaneció encarcelado por espacio de 4 meses al cabo de cuales fue dejado en libertad ya que no encontraron pruebas de la comisión de algún delito.

El sufrimiento no fue solamente por el encarcelamiento. Su esposa, Refugio Villavicencio, murió durante este tiempo. Perdió todas sus agencias y negocios. Teniendo que hipotecar toda sus propiedades a la compañía minera para cubrir el importe de lo robado.

Seis meses después del robo, los Sres. Pratt y Garrett fueron enjuiciados por el robo de la barra de oro.

Diez meses después se les encontró inocentes por falta de evidencias. El 25 de julio de 1896 salieron en libertad. Ambos se encontraban en estado de salud frágil. El Sr. Pratt se mudó a San Francisco donde al cabo de corto tiempo encontró empleo en una compañía de seguros.

Por su parte el Sr. Garrett fue primero a Los Ángeles y después a San Diego donde publico artículos desfavorables contra el gobierno mexicano a quien acusaba de “haberlo tenido confinado en compañía de mexicanos, indios y otros criminales”.

El Sr. Riveroll estaba convencido de que Garrett era el responsable del robo y desde que este último recobro su libertad se encargó de contratar los servicios de detectives privados para que lo siguieran a dondequiera que fuera.

Unas semanas después Garrett fue visto en San Diego, California, contratando los servicios del “Peking” un navío chico, bajo el mando del capitán Franck R. Culbert.

Los detectives, de inmediato, notificaron al Sr. Riveroll para que estuviera atento de la llegada de la embarcación.

Garrett desembarco en el área de El Sauzal. Ahí fue recibido por Sam Hayward, residente de Ensenada, sin ocupación fija y de dudosa honorabilidad. Lo esperaba con una carreta jalada por dos caballos.

Tomando una ruta indirecta se dirigieron en dirección a Ensenada, siendo seguidos a distancia por los detectives de Riveroll junto con agentes de gobierno avisados por el mismo. En un lugar apartado la carreta se detuvieron, desengancharon los caballos y con monturas los dos hombres partieron, dejando abandonado la carreta.

Los oficiales se mantuvieron al asecho esperando que regresaran los sospechosos, quienes regresaron, aunque sin traer ningún objeto. De todas maneras fueron intervenidos y amenazados con armas en sus cabezas para que confesaran donde estaba escondida la barra de oro. Garrett conocía muy bien la validez de las amenazas. No tardaron mucho en ceder a las peticiones de confesión. Garrett aceptó su culpa en el robo y les dijo dónde estaba escondida la barra de oro.

Los guío de regreso a Ensenada a un lugar a 200 metros del muelle fiscal y a plena vista de las barracas de los soldados. A escaso medio metro de profundidad estaba escondida la barra de oro, envuelta en un costal de yute. No se encontró huella del dinero.

Garrett fue llevado a presencia del Gobernador Sanginez, quien personalmente lo interrogó para que dijera quien le había proporcionado las combinaciones de las dos cajas fuertes. Después de algún tiempo declaró que nadie le había dado ninguna combinación y que podía probarlo. Lo llevaron frente a una caja fuerte similar a la de la agencia del Sr. Riveroll y en menos de cinco minutos la abrió. Lo mismo sucedió con la caja de la tienda, cuya combinación fue cambiada dos veces después de que Garrett la abría.

De acuerdo a la ley mexicana Garrett había sido enjuiciado y declarado no culpable. No podía ser enjuiciado nuevamente, a pesar de sus confesiones y la prueba del delito.

El Sr. Garrett fue puesto de inmediato en libertad dirigiéndose de inmediato a Los Ángeles.

La barra de oro fue entregada a la compañía minera y enviada a bordo del vapor Carlos Pacheco a San Diego.

Sábado 22 de agosto de 1896.

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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