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Colores en paipai

Ñey kwas kulí ñkwal ‘wiiy

  
Nota publicada el 3 de octubre de 2015
por Manuel Sánchez

En una columna anterior hacía mención del color como uno de los primeros campos de estudio para el relativismo lingüístico. Uno de los métodos desarrollados para este análisis era buscar lo que se llamaban “colores básicos” en las lenguas del mundo. Esto no tiene que ver con la capacidad de visual, ya que la luz es un continum que no distingue entre una sección y otra. Esa división la hacemos nosotros, a partir de lo que consideramos importante en nuestra cultura.

En paipai se puede llegar a distinguir cuáles son los colores básicos por medio de este método, que entre varios criterios incluye: distinguir si la palabra es una composición, o una sola palabra; si la palabra también puede ser usada para nombrar otra cosa; y si puede ser nombrada para otorgar la característica “colora” a cualquier cosa en la realidad.

Han existido varios investigadores interesados en saber cómo se codifica el color en paipai. Aunque ninguno lo ha hecho con los instrumentos usados para otras investigaciones sobre el color en las lenguas —como el uso de páneles de color, parecido a la lotería— se ha podido recuperar algunas palabras para nombrar el color que han quedado documentados en distintos textos.

En la Guía gramatical para la enseñanza de la lengua paipai de Elena Ibáñez se enlistan los siguientes colores con su respectiva forma en paipai:

Amarillo kwas

Azul xuzuw

Verde xuzuw

Rojo xwat

Negro ña:

Blanco ñumzap

La profesora de paipai Armandina González, también tiene una propuesta de escritura para los colores, los cuales se enlistan a continuación:

Amarillo kwas

Azul jub´uw myay

Verde jubuw

Rojo jwat

Negro ñaa

Blanco ñmap

Gris mjuul

Finalmente, Jesús Ángel Ochoa Zazueta, en su libro Esta es la escritura paipai presenta la documentación más extensa con la siguiente lista:

Amarillo kwas

Azul jurszub

Verde jurszub

Rojo jwat

Negro nñá

Blanco nñum’rszap

Gris mujul

Cafékwas kulí

He querido dejar todas las palabras, aunque se repitieran, por dos razones: primero, habría que notar que existen distintas grafías para el paipai. Cada investigador y hablante ha propuesto la suya. La legitimidad de cada una de las propuestas da para otro artículo, pero por lo pronto sólo señalaré que es un problema insalvable al momento de revisar distintas fuentes. Parte del trabajo del lingüista es buscar homogenizar esa variación, lo que permite realizar análisis de otros tipos. De ahí la importancia de que en cualquier trabajo publicado de una lengua que no tiene tradición escrita, se incluya un pequeño apartado en donde se explique el inventario fonológico. Si bien, es muy probable que no sea usado directamente quedarán vestigios para la disciplina lingüística.

La segunda razón es para notar la coincidencia de colores. Los tres autores apuntan a distinguir entre amarillo, azul, verde, rojo, negro y blanco. Independientemente si son lingüistas, en el caso de Elena Ibáñez; etnólogos, en el caso del Dr. Ochoa; o los mismos hablantes maternos de la lengua, en el caso de la profesora Armandina. Los tres individuos son perfectamente capaces de distinguir los seis colores, aunque en paipai, por ejemplo, no existen términos distintos para ‘verde’ y ‘azul’.

Este aspecto es muy interesante: esos dos términos nombran dos zonas del espectro visible de la luz que en paipai está nombrado con la misma etiqueta jub’uw —utilizando la grafía del Dr. Ochoa. Podría deberse, en parte, a que en la naturaleza bajacaliforniana es difícil encontrar algo que contenga los dos colores y que sea crucial su diferencia. Digamos, por ejemplo, una fruta que pase de color verde a color azul, por lo que el conocimiento del color esté asociado a la madurez del fruto para poder ser comido. O, por ejemplo, que en el mar aparezca una mancha verde que signifique ‘banco de peces’. O que una zona del cielo se torne ‘verde’ por alguna razón. En Baja California, difícilmente encontraremos en la naturaleza esa clase de situaciones u objetos, por lo que la diferencia con distintos términos de esos “dos colores” es irrelevante.* Sin embargo, el ejemplo del Dr. Ochoa ilustra en gran medida lo que sostenía en mi columna anterior. En paipai podría usarse myay que significa ‘firmamento, cielo, arriba (en sentido absoluto)’ como modificador del concepto base jub’uw.

Imaginemos que tengo puesta una sudadera, y me preguntan de qué color es. Yo podría responder “es color jub’uw ‘cielo’”. Se entiende que la sudadera es un tono específico de jub’uw, ya que jub’uw cubre una amplia sección del espectro, y que la referencia al myay ancla el significado.

Nombrar los colores puede ser tan específico como lo demande la sociedad en la que habitamos y el mundo del que vivimos; nuestro lenguaje se adapta a esto, y optimiza nuestro acceso a la información, creando categorías para esas experiencias constantes. Si una situación en específico demanda una señalización de color muy precisa, que no existe en nuestro lenguaje, simplemente construiremos formas para generar esa especificidad.

Las lenguas yumanas en general tienden a tener raíces léxicas de una sola sílaba, por lo que encontrar palabras con más silabas es sospecha de un tipo de composición. En las listas anteriores, las únicas palabras que parecen ser de una sola silaba son ñaa ‘negro’, jwat ‘rojo’, mjuul ‘gris’ y kwas ‘amarillo’. De estas, jwat también puede significar ‘sangre’; ñaa también puede usarse para ‘sol’; y mjuul significa ‘cenizas’. De acuerdo a los criterios señalados al principio, no podrían ser términos básicos para nombrar el color. No obstante, son genuinos mecanismos para nombrar la realidad.

Lo curioso es el caso de kwas y es que no he encontrado otro posible significado para esta palabra, por lo que podría considerarse un término básico para nombrar esa experiencia visual.

Esta exposición para nada pretende ser profunda y concluyente. El área de los colores es uno de los tantos temas que apenas y tienen una ligera mención en las investigaciones de lenguas yumanas, mucho menos una investigación profunda. Lástima, porque resulta un área fascinante de la semántica, y por supuesto, una forma de conocer sobre nuestra región a través de las lenguas que nombraron por primera vez los colores de estas tierras, mares y cielos.

*Si entre mis lectores hay quienes puedan ofrecer ejemplos en donde la diferencia del color ‘verde’ o ‘azul’ sea irrelevante o crucial en la naturaleza bajacaliforniana, les agradecería compartan los ejemplos en los comentarios. Gracias.

Manuel Sánchez. Licenciado en Sociología y Ciencias de la Comunicación UABC. Maestro en Lingüística por la UNISON. manuel.wortens@gmail.com.
 
 

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