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Las hijas del tecolote

Cuentos paipai

  
Nota publicada el 8 de abril de 2016
por Manuel Sánchez

En la tradición paipai existen tres relatos que nos cuentan sobre la personalidad del coyote; animal importante en la mitología yumana. Aunque en otros mitos aparece este personaje, especialmente son estos tres en donde se ve su origen –o el origen de sus características. En esta entrega les presento uno de estos tres relatos llamado Las hijas del tecolote.

Como en los cuentos anteriores (Xalkutaat, Las estrellas celosas), este relato proviene del compendio de Benito Peralta* que pueden consultar en la biblioteca del INAH o en las oficinas locales del CDI. De la misma manera que en los otros casos, transcribo el relato tanto en español como en la grafía paipai que aparece en ese libro.

En paipai ksar significa “coyote”, en la transcripción traten de identificar en dónde aparece la palabra.

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    LAS HIJAS DEL TECOLOTE

    Voy a contar este cuento. Se llama Las hijas del tecolote.

    Hace mucho tiempo, en esta tierra andaban seis muchachas.

    Eran muy bonitas. Entre ellas andaba el coyote, que era un muchacho. Como era joven no las dejaba en paz: jugaba con ellas y las piropeaba diariamente, hasta que un día las muchachas se enfadaron y a escondidas subieron al cielo.

    Al perderlas de vista, el coyote anduvo buscándolas por todas partes, pero no las halló por ningún lado. “¿Qué pasaría con ellas?”, –pensaba–.

    Cierto día, al andarlas buscando las escuchó gritar. Volteó para todas partes, pues no supo dónde salió el grito. Luego volvieron a gritar y se dio cuenta de que el gripo venía del cielo. Miró hacia arriba y vio que allá estaban las muchachas. Son seis estrellas juntas. Ellas son las hijas del tecolote que están en el cielo. Luego de verlas, pensó: “¿Cómo le haré para subir? Y se quedó parado mirándolas muy triste. Al verlo parado, las muchachas dejaron caer un cinto para que colgado de ahí subiera. Y allá va el muchacho, agarrado del cinto, sube, sube y sube. Su viaje duró varios días.

    Cuando ya estaba cerca de las muchachas, emocionado gritó:

    -¡jalen más rápido para llegar pronto!

    Las muchachas jalaban y jalaban. Poco le faltaba para llegar a nuestro amigo, y cuando estiró la mano para llegar a ellas, una de las muchachas cortó el cinto y el coyote empezó a caer. Y allí venía, venía y venía. Cuando llegó a la tierra estaba completamente seco. Puros huesos cayeron al suelo y se desparramaron. Muerto, ya seco, volvió a la tierra.

    En la tierra tenía una abuelita. Ella solita lo buscó por todas partes pero no lo encontró, hasta que un día se topó con los huesos y los vio. “Estos huesos son los de mi nieto, no hay de otra” –pensó.

    Luego se puso a recogerlos hasta reunirlos en un pequeño montón. Después los molió, hizo algunas bolitas con el polvo, los colocó en una olla de barro, los tapó y empezó a llorar. Lloró toda la noche y en la madrugada escuchó, sorprendida, el aullido de muchos coyotes. “¿Qué sucede? –pensó– Mi nieto era el único coyote y está muerto ¿de dónde saldrían estos?”

    Dejó de llorar, se puso de pie y al destapar la olla de barro, se dio cuenta de que ya el polvo no se encontraba ahí. El polvo de los huesos había escapado de la olla y se había convertido en una gran manada de coyotes que se desparramó por toda la tierra. Por eso hay coyotes en el mundo.

    Del polvo de los huesos salieron más coyotes. De no haber sido por esto, no conoceríamos a los coyotes. De los huesos de uno solo salieron más y poblaron la tierra. Gracias a esto, los hombres conocemos al coyote.

    Aspuk, Aspuk. Colorín colorado.

    VERSION PAIPAI

    PA YUU BCHAY

    Mat kur yut kunu xchaar tizpe, xhaar snay chuxumey pa ksar pal am pxmar, pa nmakilitem paxmarb chuk pam rray ñubuik ñam tito r yak ñ’am zit kyom xchari wachiaw tit xoot myaa nikpaa. Mikamñinikxabum yak am pa ksari paz mee mat yak yak paytum voo kunuk mikak youlim pa utem. ¿Mikabyu kug ku? I, am pañixilkuayi k’amum qaschum eb, mat Kyak uk mi kam qaschu ha eb tem, mib ñqaschim myaab he qas k’ichu, myaa he xam xchaar hay se yom xam.

    Xumzi tizpe chyumpk kyo ñsa buch, ñsa pa yuu bchay hay ñse yo kyo. Yum pa ñxaam kubz kui, ñubzkuim pay xchaarhay umi zit ñulxuiikch, ñisak zixlak chikpa hib kyawa, pay ñumyam kute he paxmiy umi ha kyom ñukñuak, ñam kabyu kab i me he, xipeem ñyam wamchib rab ñuxmichion wayib, vam hi kyawa ik, yum xchaar ñuk chyoom kyo ha, ñuk chyoom kyo ha, nbamuy bintuhñpich ñapay zalha ñikuik sakyomchum chikpa hi kyawa, wi rabum paxcheer hay zit umi ha chkiet tkuek ñulpik paxmiy, ñumniug kuk ite he ñum ñiug, ñum ñiug, ñumñiugh, mat yak yoya tkuek ñbak rub ba kuk ite he.

    Chyak xpir mat nal, chyak bxas y matumbkyeb sak poq.

    Pik kur rub mat tkuek va.

    Yum mat yak nkoo zitum nmaki, nkoo ha zis yak am zmee mat xaab k’ami, nkoohay mat yak yak payt uh ñ’am pemi. Amtik chyakum bkap ik uu, ma ya ñe xkoo chyak myum he ñukuey ñike yoy tem. Pay sak unuk chyunk kunu, chyunk kunu, ñchkuak, tuaak kcheel puch tumpirr, sa kuak tumuarr n’wir chkul’ulk kcheel puch, am chiik sak nuak mii kukuak bchqarr ik ñyugum ksar mat kmich tubxach xanu, me kabyu kug ke ik, ñe xkoo yay zis k’am ñiqilieb wit mikak ntpaach k’iug, ke ik, brrar kyam kche ha sol, ñukue uliy mikal yotem.

    Ksar chyak hay ntpach matum kyeb ksar tay yuk ntpach kug. Ñisak haman ku ksar mat tumpir kyak myum he.

    Chyaak tuaak tumuarr hak ñsak terab chpaak, ksar mat ya tumpir.

    Hemum yus zpoch tema he.

    Ksar ichya zpoch tema he.

    Yuso zis k’am pi so chyak yok tuaa nitumuarr kcheel pum yom ñinitpach mat kubtechya paytum ksar zpok yak.

*Peralta, B. (2002) Relatos pai pai. Kuriut’ trab pai pai. México: CONACULTA. (1ra reimpresión).

En la fuente de este texto no hay indicaciones de cómo debe ser leído pero se puede concluir que la “z” es el sonido fricativo retroflejo sordo y el apóstrofe “ ” es para el cierre glotal.

Manuel Sánchez. Licenciado en Sociología y Ciencias de la Comunicación UABC. Maestro en Lingüística por la UNISON. manuel.wortens@gmail.com.
 
 

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