Poner el chocolate rallado o troceado en una cacerola con nueve cucharadas de agua, calentarlo a fuego suave sin dejar de mover hasta que se disuelva y procurando que no se cueza.
Una vez derretido, agregar la fécula disuelta en dos cucharadas de agua fría, la mantequilla, el azúcar y la esencia de vainilla.
Remover sin parar y con fuerza para que no se pegue hasta que esté bien caliente y haya espesado. Servir caliente.