Una carta y un ensayo escritos en el celular, redactados en el camión camino al trabajo, junto con una historia personal de esfuerzo y excelentes resultados escolares, fueron elementos que abrieron la puerta a Fernanda Jazmín a una beca en Negocios Internacionales, financiada por CETYS y
Energía Costa Azul, que la tienen a solo un semestre de graduarse.
Desde pequeña a Fernanda Jazmín le gustaba la escuela, le gustaba estudiar y era una niña bien portada, que no daba problemas… le gustaba seguir reglas. En casa no había mucho dinero, por lo que en cuanto pudo, empezó a trabajar en lo que para ella era permitido por tener sólo 15 años.
Sus calificaciones eran siempre buenas, sacó la primaria con un segundo lugar en aprovechamiento, la secundaria con 9.6 y la preparatoria en el Cobach de los Encinos, también con sobresalientes.
Originalmente buscaba estudiar medicina y apostó por la UABC, para lo cual en el previo llevó cursos de primeros auxilios, aprendió a sacar sangre, poner inyecciones, leyó libros de medicina y trabajó en el proceso como animadora y mesera para poder pagarse cursos, útiles escolares y transporte.
Por un punto en el examen de admisión no le alcanzó para medicina y entonces le dieron varias opciones; arquitectura, gastronomía, física, matemáticas, contabilidad, administración, derecho, computación, relaciones internacionales, negocios internacionales y economía, pero al revisar los contenidos curriculares de cada carrera, se decidió por negocios internacionales “porque sentía esa habilidad innata de negociar, la administración y las finanzas”.
Desde primero de preparatoria, Fernanda trabajaba como mesera y además asistía a clases de baile de Jazz Lírico, una actividad que le gustaba pero que dejó al cumplir 18 años porque la academia era para menores de edad. Le siguió un poco de modelaje que combinaba ya con la universidad, hasta que solo se quedó con escuela y trabajo.
Al ingresar a la UABC en negocios internacionales, los primeros dos semestres fueron normales, pagó el primer semestre a plazos, el segundo de un jalón y aún no empezaba pandemia. Pero en marzo del 2020, todo cambió.
“Me acuerdo que un día dijeron: Se suspenden las clases por una semana y después nos vemos... Entonces no teníamos idea de que el mundo cambiaría por mucho más tiempo… creímos… nos vamos a ver la semana que entra. No pasa nada y ándale, todo cambió”.
Con la pandemia, en casa de Jazmín los problemas económicos aumentaron y lo poco que ella obtenía en el trabajo, era íntegro para su hogar, solo le quedaba para transporte. “Entonces, pues dije, me meto a trabajar de base, no ocasional”.
Seguía las clases en línea, en su celular conectándose como podía y donde podía. Sus calificaciones eran muy buenas pero a punto de regresar a la escuela, hizo cuentas y pagar la cuota semestral era mucho dinero: 2 mil 500 pesos que no tenía y menos con otras prioridades en casa.
Entró a trabajar a una cadena de neverías en la Reforma, Dairy Queen, un trabajo seguro que le permitía aportar algo más para la casa, autobuses, comida y guardar para la escuela que era en la mañana de forma virtual.
Era un trabajo bueno para una estudiante, pero el exceso de actividad y estrés le empezaron a pasar factura; comenzaron a aparecer problemas de salud y al menos dos accidentes laborales; en uno le cayeron encima varias cajas de productos que lesionaron su espalda y luego con una máquina se hizo un corte en una mano, ambos desestimados por médicos del IMSS, donde logró que la atendieron cuando que se complicaron las lesiones.
Casi por empezar el tercer semestre y haciendo cuentas de cómo pagaría la cuota en UABC, le dijeron que había una convocatoria de CETYS junto a Ienova (hoy Sempra Infraestrucutura) para una “Beca Generacional” que consistía en subvención del 100% de la colegiatura, , desde el inicio hasta el final de la carrera.
“Al principio, yo la dudaba y me dije no, CETYS está muy caro, cómo le van a dar a alguien tanto dinero, por qué me van a creer para dármelo? La verdad, yo no tenía conocimiento de lo que era IEnova, de lo que hacían y cuando faltaba, un día antes de que cerrara la convocatoria me dije, bueno, ¿qué puede pasar? – y metí mis papeles, una carta y un ensayo…”
“La carta la escribí en el camión cuando iba para mi trabajo porque yo tenía nada más un celular. Mi computadora en ese entonces se había descompuesto. Entonces en el celular yo hacía mis tareas y en el mismo celular, pues escribí el mensaje y lo mandé desde el trabajo porque ahí había WiFi y dije bueno, vamos a ver qué sucede”.
“A los tres días me hablaron, para una entrevista por Zoom ahora si desde casa, ya tenía internet y cuando estaba en la entrevista, el gato entró corriendo y el perro atrás de él y se atravesaron mientras hablábamos -cuenta entre risas- hubo luego otra entrevista, ya sin gato y sin perro corriendo en medio… la entrevista más importante de mi vida y con personas de CETYS y Sempra”.
Un día antes de las inscripciones en la UABC: “Mis compañeros preguntaban si ya me habían hablado para la beca, era como a las seis y dije que no, en eso suena mi teléfono, lo contesté y una chica me dijo desde el otro lado del teléfono ¡Tienes la beca! yo me quedé impactada, sin palabras, emocionada y a mis compañeros les dio mucho gusto ¡Era una beca del cien por ciento en CETYS, algo que yo en mi vida me hubiera imaginado y ahora mi prioridad era mantener buenas calificaciones… lloré de felicidad”.
Con todo y la beca, Jazmín siguió trabajando para pagar su transporte y ayudar en casa. En mayo a poco de obtener la beca tuvo un problema de visión denominado neuritis óptica, una afección de personas de la tercera edad que a ella se le detonó por estrés y exceso de trabajo la obligaron a reducir su carga, pues llegó al punto de quedar ciega por algunos días.
En ese momento, Jazmín se levantaba a las cinco y media, y empezaba clases a las 7:00 am. A las 3 de la tarde iba primero a la nevería y luego cambió a otro trabajo en Macroplaza, donde terminaba bien entrada la noche. Todo en transporte público, caminando a ratos para ahorrar algo o en Uber cuando no quedaba de otra.
Ese semestre tenía pues la presión de que tenía que cumplir con las expectativas en casa y en la escuela, “no de las que tuvieran ellos hacia mí, sino las que yo tenía para darle a ellos, ¿no? tener un buen promedio y era una escuela totalmente nueva, unos maestros que no conocía, no sabía qué tan difícil iba a ser”.
“También era diferente porque aquí ya me estaban pagando a mí la carrera y alguien más estaba siendo responsable por lo que yo podría dar. Entonces es ese granito de confianza, de que mira, nosotros vamos a pagar toda la carrera porque confiamos en tus capacidades. Entonces es una responsabilidad bastante grande”.
Por sus problemas de salud, CETYS y SEMPRA estuvieron pendientes de ella y poco a poco logró remontar lo de sus ojos con un tratamiento que ahora le permiten estar bien, con carga escolar completa y en el séptimo semestre.
A los 22 años de edad Fernanda Jazmín Hernández Bañaga va ahora por su servicio profesional, casi a punto de concluir estudios. Sus calificaciones han sido impecables, la recepción de CETYS y la relación con ella, ha sido cálida, con profesores y compañeros.
Confía en el futuro y ahora se debe concentrar en los últimos semestres y “…de ahí continuar para lograr un trabajo y poco a poco crecer más como persona y quien sabe, -sonríe-, a lo mejor un día ser Presidenta de la República…!”
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Cada ciclo escolar, Fundación Sempra Infraestructura aporta alrededor de 800 mil pesos para impulsar la excelencia educativa en veinte estudiantes de distintas licenciaturas e ingenierías que ofrece Cetys Universidad Campus Internacional Ensenada. Solo dos de estos estudiantes reciben el respaldo de ambas instituciones para cursar sus estudios becados al 100%.
La experiencia de Fernanda, no es única… con la Beca Generacional Cety y Sempra Infraestructura han logrado que varios jóvenes Ensenadenses de bajos recursos, estén escribiendo sus propias historias de éxito.
Francisco Vélez Torres, Director de Campus CETYS Ensenada, los estudiantes beneficiados Raquel Aro Crespo, Diego López Magdaleno, Fernanda Jazmin Hernández Bañaga y Ana Camila Mejía Fuentes, acompañados de Alvaro Muñoz Estrada, Director de Almacenamiento y Gerente General de la Terminal de Energía Costa Azul.