En Estados Unidos, miles de familias mexicanas de bajos ingresos dependen de un sistema de salud que ya es, de por sí, limitado, costoso y profundamente desigual. En muchas zonas rurales donde viven y trabajan estas comunidades, acceder a atención médica no solo es difícil: puede ser prácticamente imposible.
Durante años, el programa federal 340B ha sido una de las pocas herramientas que han permitido mantener clínicas abiertas, abastecidas y con capacidad para atender a quienes no cuentan con seguro médico. Ahora, ese programa está bajo ataque. Y si se recorta, no será solo un golpe al sistema: será una sentencia silenciosa contra los más pobres y marginados.
El 340B: un salvavidas en zonas olvidadas
El programa 340B obliga a las compañías farmacéuticas a vender medicamentos a precios reducidos a hospitales comunitarios y centros de salud sin fines de lucro. Estos descuentos no se quedan en los balances de las instituciones: se reinvierten directamente en la atención a pacientes vulnerables. Gracias a estos fondos, muchas clínicas han podido ofrecer tratamientos gratuitos, consultas en español, atención prenatal, servicios de parto, control de enfermedades como la diabetes, y acceso a medicamentos esenciales.
Como explica la American Hospital Association, restringir el programa es desestabilizar a miles de hospitales que ya operan en condiciones críticas. Y en muchas zonas rurales, donde vive una parte significativa de la comunidad mexicana en EE.UU., no existen otras alternativas. En muchos condados, el único centro de salud cercano sobrevive gracias al 340B.
Lo que está en juego es la vida
Grandes farmacéuticas han presionado para imponer límites al alcance del 340B, restringiendo el uso de farmacias contratadas y reduciendo el acceso a medicamentos con descuento. Alegan razones de eficiencia, pero como expone un análisis en The Gazette, estas restricciones afectan de forma directa a los centros que atienden a personas sin recursos.
¿Y qué significa eso para una mujer mexicana embarazada que vive en una zona agrícola sin transporte? ¿Para un adulto mayor con diabetes que trabaja en el campo y no tiene seguro? ¿Para un niño con asma en una comunidad donde no hay pediatra en kilómetros a la redonda?
Significa que no tendrán a dónde acudir. Que no recibirán tratamiento. Que su vida, literalmente, quedará en riesgo.
No es un tema técnico. Es una catástrofe social
Recortar el 340B no es una decisión administrativa. Es cerrar clínicas, dejar a pacientes sin medicinas y debilitar comunidades enteras. Como lo detalla HispanicLA.com, el programa es esencial para las familias latinas que no pueden pagar el costo real de sus medicamentos.
Afecta directamente a la comunidad mexicana que contribuye con su trabajo, su esfuerzo y su cultura al desarrollo de Estados Unidos. Estas familias merecen respeto. Merecen salud. Merecen ser escuchadas.
Es urgente actuar
El 340B ha salvado vidas durante más de tres décadas. Ha sido un instrumento eficaz y justo en un sistema que muchas veces excluye a quienes más lo necesitan. Su eliminación dejaría desamparadas a miles de personas que no tienen otra opción.
No podemos permitir que la salud se convierta en un privilegio para unos cuantos. Guardar silencio ante este ataque es convertirse en cómplice. Porque recortar el 340B es, sin más, condenar a los pobres y marginados a la enfermedad y al abandono.