Residentes del poblado Francisco Zarco mantienen una guardia las 24 horas del día en el arroyo Guadalupe, justo donde operan las máquinas qee extraen y criban arena.
Este martes unas 100 personas en el Valle de Guadalupe tomaron parte de la carretera federal Ensenada-Tecate a la altura del kilómetro 80 en protesta por el saqueo indiscriminado de arena.
Durante la manifestación llevaron pancartas con mensajes relacionados a la sobreexplotación e impidieron el paso a un camión lleno de arena obligando al conductor a devolver la mercancia al cauce.
“Yo estoy con ustedes, los felicito por lo que están haciendo a mi también me molesta que saquen tanta arena, felicidades no se detengan”, les dijo el conductor.
Entre las manifestaciones llamaron “mentiroso”, “ratero” y más, al director de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en Baja California, José Alejandro Cervantes Beltrán, quien prometió que el 1 de septiembre que las empresas extractoras de arena dejarían de operar en la zona.
La Policía Federal se hizo cargo del tráfico y vigiló la manifestación con un dron, mientras que la municipal acudió en apoyo debido a que la multitud caminó hasta la zona donde se encuentran las máquinas con intención de sacar la cribadora y la retroexcavadora del cauce.
Ninguna autoridad responsable como es la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ni CONAGUA, hicieron presencia.
La concesión (vencida) que más se ve desde la carretera está a nombre de Beatrice Pérez Gutiérrez, y es donde los pobladores mantienen la guardia.
Pero más adelante también opera Arturo Pérez Gutiérrez, Desarrollos Nueva Tijuana, S.A. DE C.V. y María del Rosario Abrica Santana que, en conjunto, tienen una cuota de 525 mil 970 metros cúbicos anuales.
Este producto es la principal materia prima en la industria de la construcción con un precio promedio de entre de entre 50 y 55 pesos el metro cúbico y hasta 150 al publico en general.
Los inconformes reclaman que la extracción de arena afecta el proceso de filtración de agua de lluvia y que en caso de una precipitación fuerte ocurra un desastre por la subida del agua, como sucedió en los años 80 donde la lluvia sepultó varias casas.