Desde tres puntos distintos agentes policiacos, municipales y ministeriales le gritaron que no siguiera, que no podía pasar.

Ella siguió corriendo y al hacerlo le respondió con un grito quebrado por el dolor ¡Es mi hijo el que está ahí y tengo que saber cómo está!

Uno de los agentes de la policía municipal, el que se encontraba más cerca del sitio donde yacía un hombre muerto sobre un charco de sangre y visible desde lo alto por tratarse de un terreno público, se acercó a la mujer.

Primero con dureza le indicó que no podía seguir y entrar al predio donde había otra persona tirada en el patio. Ella se sentó en un borde de tierra y el policía se acercó a la mujer que lloraba le tocó el hombro con cuidado. Por la distancia ya no se escuchó lo que le decía, sin embargo en poco tiempo el agente logró tranquilizarla.

Alrededor del sitio varias personas estaban desencajadas y lloraban. Otra señora se acercó a los agentes para preguntar si podría acercar una sábana con que cubrir el cuerpo de su hijo, estaba tranquila pese a la escena que contemplaba al igual que muchos otros entre familiares, vecinos, policías y curiosos.

Su acompañante la consolaba y otra mujer se acercó para tratar de llevarla a otro sitio y no permaneciera cerca de esta escena.

En el lugar decenas de policías custodiaban en espera de que llegaran los Servicios Periciales y poder así recoger evidencias y levantar los cuerpos.

Fueron dos los hombres ejecutados, uno al frente tirado en media calle junto a una carretilla, otro en el patio posterior. Un crimen en el que para variar los testigos hablan entre ellos, pero explican los agentes le niegan cualquier dato a los policías.

Un crimen que como la mayoría de los que se han registrado los últimos dos años en Ensenada podría permanecer en la impunidad.