“Justicia porque la amaba mucho” era el grito de un pequeño de siete años de edad, ahora huérfano, tras el asesinato de su mamá a manos de su propio padre.
El menor junto con decenas de indignados residentes de Vicente Guerrero, encabezó este lunes junto a sus abuelos una marcha que concluyó en las instalaciones de la Fiscalía General del Estado en San Quintín, reclamando justicia.
Una justicia tardía, que mereció la entrega de un trofeo a la Ineficiencia tras la muerte de Rubí Lucero, la joven que trabajaba en la clínica de la Secretaría de Salud de Vicente Guerrero donde fue asesinada por su ex pareja, un acosador que la maltrató hasta el último momento de su vida.
El padre de Rubí fue invitado por el encargado de la dependencia a entrar y su respuesta fue contundente, “Yo no vengo a escuchar falsas promesas, vengo a decirle que es lo que se ganaron” y le entregó el trofeo a la ineficiencia hecho con rollos de papel higiénico.
Al llegar a las puertas de la Fiscalía los gritos y reclamos a la autoridad les recordaron como Lucero apenas un día antes había buscado que hicieran algo para protegerla de su agresor.
Pese a las justificaciones del responsable de la dependencia la multitud era solidaria con la familia, con los padres de la joven y sobre todo con el pequeño, que les recordó que él quería justicia porque la amaba mucho y sólo pedía justicia para su mamá.