¡Así de cruel como se lee!

Dos décadas atrás, una regidora panista hizo una denuncia pública en donde afirmaba que vehículos tipo van procedentes de Tijuana y Tecate, llegaban a Ensenada en plena madrugada con decenas de enfermos mentales.

Y que una vez aquí lo iban dejando en áreas céntricas o en poblados vecinos, como San Antonio de las Minas y el Porvenir.

Se mencionó también que los vehículos utilizados en esta deleznable tarea, tenían todas las características de ser carros patrulla.

La sospecha entonces alcanzaba a las autoridades de los municipios mencionados.

“Limpiaban” sus ciudades de personas con trastornos mentales, trayéndolos a Ensenada.

En los años recientes, las propias autoridades del sector salud y de Seguridad Pública reconocen un ha incrementado en el número de personas con padecimientos mentales que deambulan en la

zona urbana de Ensenada.

Ver caminar a personas en condiciones de vulnerabilidad en zonas de acotamiento carretero, también ha vuelto una imagen muy habitual.

En ninguna municipio de la zona costa de Baja California operan pabellones psiquiátricos, mientras que el de Mexicali está rebasado en su capacidad desde hace buen tiempo.

En los programas de gobierno de las instancias municipales, estatal o el federal, no incluyen entre sus prioridades la construcción de pabellones psiquiátricos.

Y es que su operación resulta muy cara y, ciertamente, no reditúan en lo político.

Datos extraoficiales señalan que la población de personas con padecimientos mentales en Baja California suma más de diez mil.

Pero ahí no para el problema.

La población de personas afectadas por una o varias enfermedades mentales amenaza con incrementarse de manera exponencial, teniendo como factor de impulso otro problema social deficientemente atendido: la drogadicción.

Bajo cero

Qué autoridad válida la atención que reciben enfermos mentales que se encuentran en calidad de internos en centro de rehabilitación privados