El 27 de marzo de 1964, a las 5:36 (hora local de Alaska) ocurrió un terrible terremoto, de intensidad 9.2 con una duración de 240 segundos (4 minutos). El terremoto fue acompañado por el desplazamiento vertical sobre una superficie de unos 520.000 kilómetros cuadrados. Los daños materiales fueron en exceso de 311 millones de dólares. Causó la muerte de 15 personas.
Un tsunami de grandes proporciones causo la muerte de 113 personas (la gran mayor parte de las áreas afectadas tanto por el terremoto como por el tsunami estaban deshabitadas).
En el extremo suroeste de la Isla Montague, hubo el desplazamiento vertical absoluto de aproximadamente 13 - 15 metros. El levantamiento también ocurrió a lo largo de la costa en el extremo sureste de la isla de Kodiak, Sitkalidak, y sobre una parte o la totalidad de Sitkinak. Esta zona de hundimiento abarcó alrededor de 285.000 kilómetros cuadrados, incluyendo el norte y el oeste las partes de Prince William Sound, la parte oeste de las montañas Chugach, la mayoría de la península de Kenai, y casi todo el grupo de la isla de Kodiak.
Este choque generó un tsunami que devastó muchas ciudades a lo largo del Golfo de Alaska, y el daño grave a Alberni y Port Alberni, Canadá, a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos (15 muertos), y en Hawai. La altura, de la ola, máxima registrada fue de 67 metros en la ensenada de Valdez. La acción Seiche en los ríos, lagos, pantanos, y los puertos y vías fluviales protegidas a lo largo de la costa del Golfo de Louisiana y Texas causó daños menores. Se registró también en los mareógrafos en Cuba y Puerto Rico.
La noticia del terremoto y del tsunami llegó a Ensenada en las últimas horas del día 27(Viernes Santo) para la medianoche, se confirmaba que el tsunami llegaría a la Zona Norte de Baja California alrededor del amanecer del día 28.
Se ordenó que se efectuara un aviso y recomendación de evacuar las zonas bajas y aledañas al mar. Las comunicaciones eran raquíticas. No se sabía con certeza lo que estaba ocurriendo y menos, cuáles serían los impactos de llegar a ocurrir el tsunami.
Por cientos, los ensenadenses congestionaron las principales avenidas que llevan a la salida para Ojos Negros. La demanda por gasolina causó largas filas. No hubo demostraciones de pánico. La gente en su mayoría, actuaba con mediana preocupación, algunos actuaban por precaución aunque albergaban las dudas por lo increíble que resultaba la información que se diseminaba: El mar se va a salir.
Para la hora del pronóstico, se notó un cierto subir y bajar de la marea. El peligro había pasado. Se avisó a la población que había sido una “falsa alarma”, nada que ver, fue una alarma verdadera y justificada.
Este episodio quedó en la memoria de los residentes de Ensenada que estuvieron presentes en tales momentos. De angustia, terror, incredulidad, para pasar, al respiro de alivio, al sarcasmo y a la burla.
Una tragedia que no llego a ocurrir.