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Una aportacion más sobre el incidente del Vigía

Un comentario que cobró relevancia

  
Nota publicada el 6 de febrero de 2014
por Rafael González Bartrina

Lo que leerá a continuación es una aportacion hecha por mi amigo Mario David Ruanova Zarate, quien en semanas pasadas hizo un significativo comentario a una de las publicaciones de este portal sobre el "incidente del cerro del Vigia", por lo que luego de seguirle la huella a la información, consideramos que tenia que salir a la luz.

“A quienes nos tocó de niños o de Jóvenes vivir esa época, no solo se hablo del Tesoro del Vigía, sino del de cuando se construía la doble circunvalación del Fraccionamiento Chapultepec en el Cerro Iturbide, al que originalmente se remontaba en auto, iniciando el acenso por la calle y prolongación de la Delante, que con el tiempo se le conoció y hasta hoy Teniente Virgilio Uribe o como Aduana... y peatonalmente por una escalinata y empedrado con descansos que todavía se localiza en la prolongación de la calle tercera y Av. Ryerson arriba de BANAMEX, mismos que se construyeron para acceder a unas instalaciones para paseo en donde se sembraron los eucaliptos que todavía se aprecian algunos entre las casas de la cumbre en esa dirección, y ahí hubo unos asadores y mesas de piedra y concreto para que la insipiente población y visitantes (casi no existía el término "Turismo") de principios del Siglo XX disfrutaran de la vista de su Bahía y de un día de campo en familia o cómo novios... A los del barrio nos tocó conocerlo y disfrutarlo hasta para cacería de lagartijas, cachorras, tarántulas, escorpiones, pájaros, conejos, codornices (con trampas), palomas... colectábamos cactáceas y lacerantes espinadas...

Escalábamos el risco que da al Mar al Suroeste, de donde se conseguían huevos de gaviota, mis peores experiencias fueron haber recogido uno Güero o sea podrido que me explotó en la mano y aguantar la peste colgado entre las piedras y hasta que llegué a casa con un pie atravesado por la espina de un cactus que atravesó el zapato tenis y todo era puro monte de cactus volador, se te pegaban con tan solo pasar cerca... todavía los hay, aunque ya casi todo está desmontado o habitado... bueno, algo teníamos que pagar por agredir a la naturaleza... pero cómo lo disfrutamos... Me tocó conocer a quien después se hizo famoso como cantante Javier Solis, vivía en Av. Moctezuma justo frente a la calle tercera en unos departamentos de la Sra. Appel, aunque mucha gente lo niegue, solo que era un trabajador más de la Empresa del Coronel Clark Flores, que construía el Rompeolas del Puerto y su fraccionamiento.

Vivía ahí con otro compañero de trabajo de apellido Garfias, quien posteriormente laboró con mi Padre y en el salvataje del viejo Petrolero "Tampico" que encalló cerca de Ponta Prieta, por irse a robar piezas de bronce, se hicieron a la mar desde la Bocana de Santo Tomas, pero las olas y marejada, pero sobre todo el sobre peso de lo hurtado les hundieron.

En lo personal era una persona afable que solía sentarse en los escaloncitos de esos departamentos acompañado de Javier Solis tocando la guitarra, seguramente para serenatear a las muchachas que pasaran a misa los domingos... y eso nadie nos lo va a contar porque lo vivimos varias veces... incluso les descargábamos los cables de alambre muy delgado y de colores blanco, naranja, verde limón con los que se dinamitaba y a los que les sacábamos el alma de cobre y lo vendíamos al taller de reparaciones eléctricas y con la funda plástica, tejíamos y confeccionábamos llaveros y fustas o fuetes para venderlos a los amigos de la escuela... y claro que nos platicaban del anécdota del tesoro... razón de más de andar de metiches escalando los acantilados y metiéndonos en cuanta cueva había... por cierto, al pié de la entrada antigua a ensenada, casi frente al Hotel, negocio de Sport Fishing y Restaurante Drive In que muchos conocen como Nachitas Place, casi al nivel del Mr, existió y quizá quede algún vestigio si no quedó taponado por la nueva entrada, una cueva de unos 5´a 6ç´piés de diámetro, por unos 24´ o más pies de profundidad que hacía una curva de unos 45º a la derecha, ahí encontramos el cadáver en descomposición de un señor ya mayor, un trashumante que ahí vivía y nos cocinaba con agua de mar los choros y las almejas que sacábamos de las arenas y de bajo los muelles del taller Lewis y de la Empacadora de pescado de Salazar, Industrial de Ensenada y Peninsular y el último y más largo de carga que fue el primero en sucumbir cuando desaparecieron la hermosa Ensenada, caladero de Buques y protección de las corrientes marinas y de los vientos dominantes del Noroeste. Verdadero Tesoro que fue el Vigía para los verdaderos ENSENADENSES de antaño... Y llámenle leyenda urbana, cuentos chinos, que por cierto había muchas familias, amistades todas, a las que muchos Californios y Ensenadenses defendieron de las acciones xenofóbicas en su contra, entre ellos, las familias de muchos de los que todavía por aquí pululamos”

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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