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La sexualidad del trabajador mexicano

En serio... Hablemos de sexo

  
Nota publicada el 12 de marzo de 2014
por Rocío Linares

Según un informe reciente de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), México es el país donde sus trabajadores laboran más horas en el mundo al año.

Por otro lado, según lo revelado en el documento “Mejores prácticas de salud en RH 2013”, el 50% de la población trabajadora tiene sobrepeso, 25% tabaquismo, 30% depresión, 20% hipertensión y 12% diabetes.

Si agregamos a la ecuación que además los trabajadores mexicanos percibimos uno de los salarios más bajos alrededor del mundo (y en algunos casos el ser mujer lo baja aún más), la realidad laboral no se ve prometedora.

Esto, además de influir negativamente en la productividad de las empresas y sus empleados, tiene otras consecuencias al interior de las familias y parejas.

La economía es uno de los pilares del hogar, y es además uno de los mayores causales de estrés. Por esto, algunas empresas decidieron ayudar a sus trabajadores a padecer menos enfermedades implementando programas de ejercicio y de mejora de los espacios laborales para hacerlos más saludables y seguros. Trabajadores de distintos lugares han argumentado que esto les ha ayudado a rendir más en su trabajo, es cierto, pero que desde luego eso no quita el hecho de que “no importa cuánto me esfuerce, el dinero no me va a alcanzar”.

Esta simple afirmación resume la realidad de muchos de nosotros. En especial para quienes tienen familia, es conocida la presión de tener que ajustar un poder adquisitivo cada vez menor a las necesidades crecientes de una casa y sus habitantes.

El resultado de todo esto incide en la sexualidad de muchas maneras. La primera es que el estrés es una de las principales causas de las disfunciones sexuales, como son la disfunción eréctil, la eyaculación precoz, la anorgasmia, entre otras tantas.

Si a esto le agregamos que la falta de tiempo para tener relaciones sexuales es un factor de conflicto cada vez más común, y se debe en parte a las largas jornadas laborales, el problema se vuelve un ciclo que provoca mayor estrés, y con ello más enfermedades.

Todos los padecimientos anteriormente mencionados inciden en la sexualidad, ya que el sobrepeso y el tabaquismo hacen que nuestra condición física decaiga y el rendimiento sea menor; por su parte, la hipertensión y la diabetes tienen, a la larga, consecuencias en el aparato circulatorio y nervioso que también causan estragos en la consecución de la excitación y el orgasmo tanto en hombres como en mujeres. Obviamente la depresión, además de tener un origen químico en nuestro cerebro, habla por sí sola de un estancamiento vital que puede ser muy visible en la relación de pareja o en el trabajo, y que forzosamente recae en todas las áreas de la vida.

Visto así, y centrado en que las relaciones sexuales son probablemente pocas y desanimadas, el panorama sexual de las personas que trabajamos en México, se ve algo desalentador.

Sin embargo, recordemos que la sexualidad no es únicamente el hecho de tener o no relaciones de vez en cuando, sino que es una manifestación integral de quiénes somos; nuestros pensamientos, sentimientos y maneras de estar con las personas.

Por tanto, dada la inevitable (para muchos) falta de tiempo para la expresión sexual, la propuesta es tomar en cuenta otras alternativas. Ejemplo de esto es recurrir a las fantasías sexuales, pues dentro o fuera de la pareja, nos ayudan a ponernos en sintonía para desear el contacto sexual y alcanzar el orgasmo, si es que por diferentes situaciones se nos dificulta. Además refuerzan nuestra creatividad y nos dan la posibilidad de hacer en nuestra mente aquello que no nos atrevemos, o de momento no podemos hacer.

Algo más que podemos hacer, y según muchos estudios hacemos, es usar las redes sociales para comunicarnos con nuestras parejas o las personas que consideramos atractivas. Esto obviamente, tratando de que no incida en nuestra productividad y dependiendo de la clase de trabajo que tengamos.

Dentro o fuera de él, podemos entrenar nuestra atención y ponerla en nuestros sentidos para mantener el foco en aquello que estamos percibiendo en el momento y que las texturas, sabores y colores sigan siendo parte de nuestro mundo aun cuando estamos laborando. Esto nos ayudará a no perder el contacto con nuestras propias necesidades y deseos, y por tanto a buscar el tiempo y la manera de lograr las expresiones sexuales que queremos, aun si en el mismo instante no podemos.

Por último y no menos importante, está el cuidado de nuestra salud física, pues sin ella será más difícil que nos interese cualquier asunto sexual, laboral, o de cualquier parte de la vida. Así, si cuidamos o recuperamos lo más posible de nuestra salud, será más probable que nos sintamos atractivos o atractivas y con ganas de lograr nuestra plenitud sexual, y de paso, tendremos un mejor rendimiento laboral.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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