El consumo de carne de cerdo está rodeado de mitos que van desde un supuesto alto contenido en grasas, hasta su baja aportación de nutrientes. A continuación, te presento algunas aversiones sobre la carne de cerdo.
Alto contenido en grasas
65% de la grasa del cerdo se retira durante el proceso de corte. De la que queda, 70% es poliinsaturada que contribuye a mantener bajos los niveles de colesterol en la sangre, al retardar los factores que favorecen la aterosclerosis y ayuda a reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Además, la cantidad de colesterol en el cerdo es igual o menor que en otras carnes, ya que es rica en ácido linoleico, que ayuda a controlar el colesterol y los triglicéridos
Baja aportación de nutrientes
Además de la proteína, la carne de cerdo es rica en vitaminas B1 y B3, esenciales para el funcionamiento del corazón y el sistema nervioso, y para mantener la piel en buen estado. Su dosis de fósforo, fortalece los huesos y genera energía en las células, gracias a su aporte de potasio, es ideal para personas que sufren hipertensión arterial.
Transmite enfermedades como cisticercosis
Este mito fue descartado por el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, señalando que la cisticercosis no se presenta por comer carne de cerdo mal cocida, sino que es resultado de infecciones externas o autoinfección (cuando se tiene el parásito y por los movimientos intestinales llega al estómago). Actualmente las unidades de producción porcina son sujetas a programas de control de calidad que garantizan que el consumo de la carne sea totalmente seguro.
Así que la próxima vez que quiera elegir una carne “saludable” tome en
cuenta el porcentaje de grasa que contiene cada una de ellas, una ternera magra puede llegar a tener un 12%, el pollo sin piel un 5% y nuestro “cochinito” solamente un 3%.