Se dice que tanto hombres como mujeres han recibido la noticia con diferentes reacciones positivas y negativas. Desde luego, esto tiene que ver con que es una costumbre muy arraigada en su cultura y por otro lado con la posibilidad de alivio de las consecuencias de dicho procedimiento. Una mujer atestigua que se hace en condiciones insalubres y sin un cuidado médico real que causa, además de la ausencia de placer durante el coito, dolor durante las relaciones sexuales, complicaciones al momento del parto y la muerte de niñas recién mutiladas.

A pesar del machismo imperante en muchas de nuestras sociedades, hombres se han manifestado positivamente al respecto porque no les gusta ver que sus esposas sufren cuando mantienen contacto sexual con ellas.

Lógicamente ha habido problemas políticos y de creencias, ya que el hospital ha sido financiado por raelianos pudientes de los Estados Unidos. Esto ha contrariado a los católicos poderosos de la zona que sostienen que las mujeres no deben sentir placer, y ha causado una demora importante en su inauguración a pesar de que muchas mujeres están haciendo largos e incómodos viajes para llegar ahí.

Marci Bowers, reconocida experta en cirugía transexual, es integrante del equipo voluntario que fue a atender a las pacientes de aquel país, sosteniendo que la mutilación genital es un crimen contra la humanidad. De momento, ella y su equipo han conseguido hacer operaciones en la Clínica Lorentia bajo el ofrecimiento de un médico residente ahí.

Bowers explica que la cirugía es simple y puede ser llevada a cabo en 45 minutos con anestesia local. El clítoris es una glándula y, aunque la parte visible se corta durante la mutilación, la mayoría permanece por debajo de la superficie y puede ser extraída y restaurada.

Tras 29 cirugías le han retirado la licencia de ejercicio médico en Burkina Faso a ella y su equipo. También se han alargado los trámites para la apertura del hospital por una mezcla de factores burocráticos, religiosos y políticos.

Algo de lo llamativo de este caso es que esto está pasando en un lejano pueblo de uno de los países más pobres de África, mismo que tiene fuertemente arraigada la costumbre de la mutilación genital femenina por las razones anteriormente expuestas, y que se ha venido consolidando durante generaciones.

Esto significa que por muy cerrada que podamos concebir una cultura, estamos frente a una que, contra todo lo probable, está teniendo cambios importantes en su sexualidad que abrirán la brecha para otra clase de sucesos que incidirán en el progreso de su comunidad.