Es sabido que la Fundación Bill y Melinda Gates está financiando proyectos de investigación que incluyen aquellos que ayudan a la prevención y tratamiento del VIH.
Para esto, recientemente convocaron a un concurso para desarrollar un condón que fuera más cómodo y confiable, ya que los usuarios de alrededor del mundo se han quejado de la falta de estas características y otras. Actualmente los ganadores cuentan con 100 mil dólares para financiar su proyecto de unos nuevos condones hechos a base de grafeno, que es un material con características de resistencia y flexibilidad que lo hacen irrompible y más delgado que el látex.
Esto podría aminorar algunos de los principales pretextos para no utilizar la barrera protectora, ya que el grafeno es muy delgado y puede lograr una sensación parecida al coito sin condón.
De la misma manera, podría garantizar aun más la seguridad en cuanto a su resistencia, pues si bien los condones de látex utilizados correctamente y de acuerdo a las posibilidades de su fabricación no se rompen, aquellos hechos con grafeno pueden desafiar los límites conocidos hasta ahora debido a su composición.
Como sabemos, la comodidad y la seguridad no son los únicos factores que intervienen en el uso del condón o en la falta del mismo.
Al menos en nuestro país, otros factores tienen que ver con la economía, ya que los condones que las personas suelen tomar por confiables (y que no siempre es así), son también aquellos que cuestan más dinero que otras cosas de consumo cotidiano.
Esto nos lleva inevitablemente a los factores sociales, donde los condones no son un artículo prioritario por diferentes factores que dependen de la educación de las personas, su edad, su estado en cuestión de pareja y otras muchas circunstancias.
En este sentido es necesario que hablemos no solo de un mejor material de fabricación, que ya es algo positivo en sí mismo, sino también de nuevas posibilidades en cuanto al alcance de la educación de la sexualidad en todas las edades. Sin esto, no importa la calidad y tecnología de un condón, pues no llegará a todas sus posibilidades de consumo.
Hablamos aquí de la incomodidad que puede conllevar la adquisición de un producto sexual, la falta de información sobre cómo usarlo o colocarlo, o el estado de pareja, especialmente si hay un explícito acuerdo de monogamia.
A esto podemos agregar que en etapas muy tempranas de las relaciones de pareja, o incluso posteriores, suele haber un proceso de enamoramiento en el que se tiende a idealizar a la persona con la que estamos, y por tanto suceden algunas cosas arriesgadas como descuidar la protección que usamos porque “no nos va a pasar nada” o “es tan perfecto o perfecta que ni pensar en que me pueda contagiar una enfermedad”.
Por estos y otros factores, hemos de dar importancia a la educación de la sexualidad, no solamente al uso adecuado del condón y la variedad de materiales, colores, olores, sabores y texturas de los mismos, sino también a la inteligencia emocional, a la asertividad, y a la desmitificación de la sexualidad en general. De esta manera, no solo se logrará que la pandemia del VIH se frene un tanto, sino también la prevención de la violencia en la pareja en forma de chantajes que tienen que ver, entre otras cosas, con la protección y la “demostración de confianza” dentro de la misma.