El 17 de mayo de 1990 se eliminó la homosexualidad de las listas de enfermedades mentales en la OMS. Este mismo día se ha instituido desde entonces como el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Sabemos que, sobre todo últimamente, tenemos un día para cada cosa y de repente se vuelve irrelevante o abrumadora la cantidad de “celebraciones” acerca situaciones que tenemos día a día. Sin embargo, también existe el precedente de que estas funcionan como recordatorios de aquello para lo que, como sociedad, sería más productivo estar acostumbrados: honrar a nuestra madre y/o padre, el respeto a la diversidad y las tradiciones de nuestro país u otros, etc.
En el caso de este día en particular, se trata de un día al año donde las redes sociales se vuelven una cuna de difusión de información que permea a muchos dispositivos móviles con el propósito de educar a las personas y crear conciencia sobre la realidad de la situación hasta donde es conocida. En algunos lugares del mundo se hacen marchas o las personas simplemente viven su cotidianeidad vestidas de morado, a modo de protesta contra la homofobia.
Entre mis estudiantes he levantado algunos censos, unos por medio de encuesta formal y otros simplemente por medio de pláticas informales. El resultado de ambas es interesante, ya que en nuestras charlas, algunos de ellos han mencionado que es un tema cada vez más hablado y aceptado en sociedad, aunque no del todo. Por otra parte, en las encuestas escritas que son para medir grados de homofobia, surgen aun cifras altas. Cabe mencionar que además de que esto se agudiza con la religiosidad, y que en nuestro país vivimos una situación de violencia generalizada donde la homofobia es parte del paquete.
Si hablamos de transfobia, que es el odio o “miedo” específico de las personas transexuales y transgénero, que por cierto no son iguales, estas cifras aumentan todavía más. Esta situación se refleja en los libros de psiquiatría, donde ambas condiciones de vida son todavía catalogadas como trastornos de identidad sexual o disforia de género.
Ambas fobias, igual que cualquiera que no recaiga en los temas de sexualidad, son producto del infortunio de estar poco o mal informados sobre los temas de los que se trate.
Si bien aun no se ha descubierto un origen concreto de estas condiciones de la diversidad humana, tampoco se ha hecho de la heterosexualidad. Desde luego hay quien puede argumentar que la heterosexualidad se da por selección natural o mandamiento divino. Sin embargo, cabe mencionar que ninguna de las condiciones antes mencionadas es escogida por las personas que las tienen y más que señalar o discriminar la diversidad, se trata de integrarnos y luchar como comunidad por las cosas que importan más que matarnos entre nosotros por ser diferentes, que es lo que realmente está pasando a pesar del gran progreso que ya se ha logrado.