Cuando se habla de hijos, hijas o bebés, inmediatamente asociamos esto al entusiasmo que muchas mujeres sienten por la idea o noticia de que estarán pronto o ya llegaron. En notas pasadas hablábamos acerca de la sexualidad durante el embarazo y la maternidad. En este caso es turno de aquellos varones a quienes ha llegado la paternidad y que este próximo domingo celebran su día.
Al nacer un bebé, si el hombre asume su rol, este se convierte en papá. Esto significa pensar en el bienestar de otra persona y que el fruto de sus esfuerzos y placeres ya no será solo para sí mismo, sino para su familia y su pareja, en caso de que decidan vivir esta experiencia juntos.
En este caso, algunos hombres suelen sentir que son desplazados por el nuevo miembro de la familia, ya que su pareja está ocupada amamantando, criando y atendiendo a esta personita, lo que puede llegar a provocar pequeños y grandes estragos en la comunicación y en el deseo sexual, volviendo estresante lo que antes tal vez no lo fuera.
Si a esto agregamos que los varones de nuestro país no suelen tener una licencia de paternidad, este proceso se vive de una manera más lejana que en el caso de las mujeres, ya que ellas y sus bebés tienen reacciones químicas paralelas que les hacen desarrollar ese apego que comúnmente escuchamos decir que solo ellas pueden sentir con sus hijos. Respecto a esto, Colombia es uno de los países en donde ya se están otorgando esta clase de licencias para que los padres, además de trabajar y llevar el sustento a sus familias, puedan también disfrutar de esa vorágine de progresos en el desarrollo que los bebés tienen cada día.
Volviendo al deseo sexual, es esperable que además de lo ya mencionado, el hombre cambie su perspectiva sobre su pareja durante el embarazo y primeros meses de la maternidad cuando ella está amamantando: “Es la madre de mi hijo o hija”. Esta sola frase puede tener infinidad de interpretaciones por parte de cada nuevo papá, y algunas de estas pueden ser confusas y generar que la compañera pierda temporal o definitivamente una parte de su encanto sexual.
Desde luego, esto puede ser difícil de comunicarse en pareja, ya que por diferentes circunstancias el mensaje pudiera ser interpretado como falta de afecto, compromiso, etc. Si a esto se le agrega que los cambios físicos del embarazo o el parto pudieran ser un detrimento del deseo sexual del varón, y que además existen patrones culturales que le impiden hablar sobre cómo se siente, podemos decir que el panorama puede llegar a ser difícil de lidiar. Obviamente, esto no se da en todos los casos ni en la misma intensidad.
Otro detalle en cuanto al deseo sexual es que se puede desarrollar disritmia, una disfunción que consiste en que cada miembro de la pareja desea tener relaciones sexuales con frecuencias distintas, en momentos diferentes, cuando él o la otra no quiere o puede, etc. Si es este el caso, también es imprescindible que se comunique al interior de la pareja para poder llegar a una negociación productiva para toda la familia, pues ya el bebé es parte de la dinámica sexual por al menos unos cuantos meses. Con esto no digo que estará presente ni mucho menos que participará, sino que sus horarios de sueño, comida y demás, serán de gran influencia para los momentos que se elijan en pareja para las relaciones sexuales y todas las demás actividades dentro de la familia.
Es de vital importancia que el hombre y la mamá de su hijo o hija, siendo pareja o no, mantengan y cultiven lo mejor posible la comunicación, ya que esto podrá hacer más fácil la crianza del nuevo miembro de la familia, y por supuesto de la pareja en caso de haberla.
A esto podemos agregar que en recientes años se ha estado tratando de buscar nuevas formas de masculinidad que sean más propicias para el cuidado de los varones mismos y también de sus familias. Algo de esto radica en cultivar la amorosidad y la ternura sin miedo de que esto los cambie. Todavía falta mucho por hacer y por cuestionar en los estereotipos y roles de género que aun pesan sobre ellos, y claro, sobre nosotras.
Por último agregaré mi agradecimiento por cada testimonio informal de amigos, estudiantes, maestros, compañeros de trabajo y clientes que me han compartido su experiencia con la paternidad. Para cada uno ha sido distinta y cada quien ha tenido diferentes consecuencias a partir de esto por su edad y circunstancias de vida.
La paternidad (y la maternidad también) es una de las experiencias más impactantes dentro de la sexualidad y para algunos de ellos ha significado un giro de 180 grados en sus vidas de forma global; en el curso de su vida académica, que en muchos casos ha terminado ahí pero en otros no; en su matrimonio o amasiato; en cómo viven ahora su trabajo; etc.
Aun para aquellos que me confiaron dolorosas historias sobre como decidieron no ser partícipes de las vidas de sus hijos e hijas, la experiencia también fue impactante. Y por supuesto, también lo fue para quien caminando por la calle, con lágrimas en los ojos, me contó sobre como su expareja decidió, sin consultarlo, no continuar el embarazo que él mismo no esperaba o planeaba, pero hubiera deseado que no terminara.