Hace 6 años fue aprobada la iniciativa de ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo en el Distrito Federal, misma que fue recibida por algunas personas con cierto escepticismo y por otras con alegría e incluso anhelo por poder cumplir con un deseo de mucho tiempo con sus parejas.
Desde 2008 se han llevado a cabo 4 mil 35 uniones, y de estas se han divorciado formalmente 34, o sea el 1%, dato que algunas personas han tomado como señal de que quienes eligen hacer este trámite son parejas estables, que se conocen y que tienen mayor conciencia de lo que implica estar juntos.
Lina Pérez, presidenta de la Asociación Civil “Cuenta Conmigo, Diversidad Sexual Incluyente”, ha explicado la hipótesis de que las personas homosexuales pasan por una etapa de aceptación, precedida en ocasiones de miedo, culpa y rechazo, que de ser exitosamente superada les ayuda a ser más conscientes de las responsabilidades que implica el matrimonio.
Ella explica además que los estereotipos asociados a ellos son a veces tan alejados de la realidad que construyen sus relaciones estables de acuerdo a sus necesidades sin apegarse de manera estricta a la heteronormatividad que establece, entre otras cosas, los roles al interior de la relación de pareja de acuerdo al género, como por ejemplo, que el hombre trabaja y la mujer cuida a los hijos.
Por otro lado se ha señalado que estas son cifras oficiales y que pudiera ser que un número indefinido de parejas estén separadas sin divorciarse.
Sea como sea, esto nos da una idea de que el hecho de que las personas homosexuales tengan acceso a esta opción para unirse no es, como muchas personas temen, el principio del fin de la sociedad o de la familia, pues las cifras de matrimonios y divorcios heterosexuales no han sido alteradas por este suceso.
Algo importante es que no por el hecho de existir esta opción, todas las personas homosexuales desearían llevar a cabo una unión en estas condiciones, y de la misma manera que en las personas heterosexuales, hay quienes ni siquiera toman en cuenta la idea de vivir con alguien, o quienes piensan en la unión libre, desean o no desean tener hijos, y por tanto, la preferencia de género no encasilla un solo modo de vida o estereotipo, sino una de muchas características que alimentan la diversidad sexual natural del ser humano y muchas otras especies animales.