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Días de vergüenza de la secundaria Migoni.

Era en la primavera de 1955.

  
Nota publicada el 9 de junio de 2016
por Rafael González Bartrina

Nuestra escuela se conocía por aquel entonces como la “Escuela Secundaria Federal 322-2” tuve la fortuna de ser el más chico de los grandes y el más grande de los chicos. Me explico. De septiembre a diciembre de 1954 fui el más chico del grupo de “grandes” que teníamos como salón de clases uno de los dos edificios “originales” que había logrado conseguir el maestro Héctor Migoni. Salones de madera con amplio pasillo y barandal para juegos. Había solo hombres. Destacaban entre los maestros el profesor Sarabia “El matemático” que un día en que su escaso buen humor había acabándose por completo y a la broma de alguien, a quien no logro recordar de nombre, lo comino a que pasara al frente de la asombrada clase, lo tomo de “las solapas” y levantándolo en vilo, lo arrojo a las afueras de salón. El silencio fue total, y aunque desconozco mucho de los detalles del hecho, después de ya casi 60 años lo recuerdo como si hubiera ocurrido hoy temprano.

En el inicio de clases de enero 1955, por cambios direccionales, pase de ser el “más chico” del grupo de “grandes” al “otro” grupo. Era al final del pasillo junto a la sala de armas. Este grupo era mixto en géneros. Personajes que llegaron a perpetuarse en mi memoria. Sin ningún orden en particular re-conocí a Yukio Nishikawa, compañero mío desde el segundo de primaria en la Matías Gómez., a mi vecino Guillermo González Jiménez, hermano de quien es mi entrañable hermano Eduardo González Jiménez, estaban los cuates Peterson, Isaac Ptacnik, mi cuate Rafael Ruanova y su primo David Zarate, Jorge Shinojara, de la mujeres recuerdo con especial cariño a mi querida Marcia Salvatierra, a la que yo pensé como muy seductiva Carlota Sandez, a quien fuera muchos años después mi “prima política” Carmina Trabado Castrejón. Mi memoria juega a las escondidas, ahora, y ella gana, quisiera con toda justicia y honradez, recordar al resto de mis condiscípulos. Una disculpa, a los omitidos.

De ese año hay muchas, muchas anécdotas dignas de ser compartidas y quizás todas ellas recordadas con el afecto. Mas sin embargo, como cube tazo de agua fría me permito compartir, con tristeza, los días de peor vergüenza en la historia de la hoy Secundaria Migoni.

Quizás desde su fundación la secundaria federal 322-2 había obtenido su carácter de “militarizada” bajo el patrocinio del pentatlón militar universitario de México. Con mucho orgullo se portaron las armas en sus despliegues cívico-militares en varias ciudades de Baja California y del extranjero. Nunca jamás se dieron las “cabalgatas” ni los desfiles en Buena Park o Pasadena.

Es en esta primavera cuando llega la desafortunada noticia que la secundaria federal 322-2 pasa de ser correlativa al Pentatlón Militar, a la vocacional nacional de México, y como consecuencia dejar de funcionar como “escuela militarizada”.

El grupo de “los más grandes” los de tercero de secundaria optaron por “hacer huelga” y al obtener mediano apoyo y ninguna resistencia se “decreto” la huelga en la escuela.

Fueron dos o tres días que se impidió a los maestros y a alumnos en atender clases. Por las noches se mantuvo guardia fuera de la sala de armas. Los más activistas acamparon al final del pasillo. Yo, por la cercanía de mi casa pase buena parte de las dos noches acompañando al grupo inconforme. Una de las noches llegaron las “Chicas” del hotel González a “consolar” a los “rebeldes”, yo fui atentamente enviado a mi casa a buscar azúcar para el café.

El siguiente día de clases nos encontramos con varios pelotones de soldados quienes a bayoneta calada nos dieron la bienvenida. Nos formaron en la explanada, fuera de la escuela. No recuerdo quien era el militar a cargo. Pienso que un coronel. Recuerdo que alguien de nosotros había tomado una bandera mexicana, le corto la parte verde y pinto la parte blanca de negro. Haciendo así una bandera de huelga. Este coronel, con esa bandera en mano, nos dijo que era inaceptable que hubiera dos banderas en nuestra escuela. Nos comino, nos ordenó, que escogiéramos en ese momento, cuál de Las dos banderas se izara en nuestra asta. Nunca más nuestra escuela secundaria federal 322-2 fue igual.

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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