La reseña de esta semana está basada en un artículo publicado en el periódico San Francisco Call, de San Francisco California en su Volumen 79, número 44, con fecha 13 de Enero de 1896 y otros periódicos internacionales que cargaron la noticia que hoy nos ocupa.
En síntesis los artículos detallaban las declaraciones del Juez de paz de Santo Domingo, en el Distrito Norte de Baja California, el honorable Manuel Maytorel, quien había enviado una carta desde Ensenada, Baja California por conducto del vapor “Carlos Pacheco”, donde detallaba una tragedia familiar, ocurrida al terminar las celebraciones de las fiestas de San Telmo, Baja California.
Refería en la declaración escrita que su hermano, de nombre Joaquín Maytorel, poseía un carácter violento, especialmente cuando ingería bebidas alcohólicas, lo cual era frecuente y que en esas ocasiones y sin que mediara al parecer razón alguna, explotaba en coraje de celos, ya que su esposa Isabel, más joven que Joaquín, y de una belleza única atraía la atención de propios y extraños, ocasionando con esto, unos encuentros sumamente violentos entre el matrimonio Maytorel.
Continuaba en su carta don Manuel, que en las fiesta que hace mención, en San Telmo, Joaquín en una mala racha de suerte en los juegos de azar, perdió la totalidad de sus propiedades, además, que, aprovechando, los malhechores, de su estupor y sueño, le robaron su reloj de bolsillo, que era una joya familiar, y el poco dinero que tenía consigo.
Al despertar y realizar la magnitud de sus pérdidas, desconsolado, montó en su caballo apesadumbrado y cabizbajo, se dirigió a su rancho. A esas horas de la noche, los vecinos de otros tranchos colindantes, escucharon una serie de disparos de armas de fuego, provenientes del rancho de Joaquín, sin embargo, no prestaron mayor atención, ya que frecuentemente ocurría esto cuando el dueño del rancho espantaba los coyotes que merodeaban en busca de animales con que alimentarse.
En la mañana, con tristeza y asombro se descubrió la realidad de la razón de los disparos.
La totalidad de los animales, gallinas, perros y caballos estaban esparcido por las afueras de la casa, entre el corral y el granero. En el interior de la casa se encontraron los cuerpos de la joven Isabel y el de Joaquín. Ella, víctima de una muerte instantánea a causa de varios impactos de bala, él, a su lado, presentaba un solo impacto en la cabeza, en su mano derecha, firmemente apretado permanecía el revolver utilizado.
El Juez de san Quintín y un par de doctores de la localidad determinaron que lo ocurrido había sido un asesinato y suicidio y que el autor material de los hechos había sido Joaquín.
Hasta aquí la escueta misiva que daba cuenta de una horrible tragedia familiar ocasionada por el alcohol, los celos y la mala suerte.