Desde el 2001, el punto G y la eyaculación femenina han venido ganando visibilidad y algunas mujeres han recibido la información sobre esto con alivio por contestar preguntas penosas sobre aquello que les pasa al tener un orgasmo, que no a todas les sucede y que puede resultar vergonzoso ya sea por las propias creencias o las reacciones de la pareja que pueden ir desde el acompañamiento placentero hasta las caras de sorpresa o asco por el desconocimiento de lo que sucede.
El punto G es el homólogo a la próstata masculina y lleva su nombre en dedicatoria al ginecólogo Ernst Gräfenberg quien fuera su descubridor y primer estudioso. Es también parte de la estructura interna del clítoris, donde se encuentran las glándulas de Skene. Ellas producen este líquido transparente que acompaña a la eyaculación femenina y que frecuentemente se confunde con orina pero no lo es.
Existe la suposición de que no todas las mujeres lo tienen, o incluso que es un mito. Esto último, me parece que es producto de la estimulación inadecuada más que de la ausencia de alguna estructura. Además está el hecho de que cuando una mujer está cercana a lograr el squirt, llamado así porque produce un chorro del líquido antes mencionado, tiene una sensación de urgencia de orinar que muchas veces se aguantan por miedo o vergüenza.
Se ha hablado mucho sobre la adecuada estimulación del punto de Gräfenberg por parte de sexólogos, terapeutas sexuales, investigadores e incluso actrices porno. Lo cierto es que dentro de esto, lo más importante y que se debe lograr antes de hacer cualquier experimento, es confiar en nosotras mismas, conocernos muy bien en nuestras propias sensaciones y sentimientos, además de hablarlo con la pareja para medir el grado de comodidad y conocimiento con el que ambas partes se encuentren al hacer este experimento. Hay que recordar que el mejor afrodisiaco es la confianza y el deseo por la persona que está frente a nosotros. Algunos consejos prácticos son:
Hacer esto con las manos muy limpias y preferentemente con las uñas bien recortadas en caso de que se decida usar las manos, sean las propias o las de la pareja.
Tomar las cosas con calma e invertir el tiempo que sea necesario para estimular adecuadamente a la mujer que desea lograr la eyaculación femenina, ya sea que se haga a solas o con la pareja.
Estimular primero la parte más externa del clítoris que está en la parte más frontal de nuestra vulva entre los labios mayores. Si es necesario, se puede usar un lubricante a base de agua con o sin silicona, nunca de aceite porque lastiman la flora natural de la vulva. La boca de la pareja también puede ayudar.
Cuiden hacerlo de la forma que sea placentera para ustedes o sus parejas y no hacerlo de forma directa si les causa dolor (recuerden que 8000 terminales nerviosas pueden ser estimuladas incorrectamente y ser incómodo, irritante incluso). Esta estimulación debe hacerse hasta que el clítoris se llene internamente de sangre suficiente, al igual que la vulva. De esta manera todo se vuelve más elástico y es más fácil continuar. Al momento que esto suceda puede haber ya algunos signos de excitación y lubricación.
Generalmente la estimulación del punto G es más sencilla con los dedos que con el pene, así que en adelante se hablará de dedos sin menospreciar que la función del pene puede ser también interesante. Recuerden lo que dije antes sobre las uñas.
Se introduce el dedo índice con la palma hacia arriba si está acostada, al frente si está de pie. La inmersión no tiene que ser profunda, pues el punto G está cerca al tercio externo de la vagina (unos 3 ó 4 cm de profundidad). Se puede hacerlo también con el dedo anular o ambos dependiendo de la distención de los órganos sexuales. Se encontrará un área rugosa que al presionar se siente durita porque ese es el hueso púbico. Ahí es el punto G.
Esta área al ser estimulada también se dilata igual que el resto y puede llegar al tamaño de una almendra. Se puede de forma circular, lineal, con algo de presión, deteniéndose, en fin. Ya saben, todo depende de la creatividad y los gustos.
La estimulación se puede combinar con ejercicios tipo Kegel (contraer los músculos pubococcígeos que son los que apretamos cuando aguantamos las ganas de orinar). Algunas mujeres prefieren elevar la cadera y apretar los músculos de la cadera y los muslos cuando la excitación alcanza niveles elevados.
En ocasiones, la estimulación no necesita ser focalizada y se pueden sacar los dedos (o el pene) y estimular otras zonas de la vulva o el mismo clítoris.
Hay quien recomienda que casi para llegar al orgasmo se saquen los dedos a la vez que la mujer puja sin bajar la cadera, contrayendo toda la musculatura para ayudar a lograr el orgasmo.
La concentración es importante, pero lo es más aun relajarse, sentir y dejar fluir el suceso. No todas las mujeres eyaculan la primera vez que lo intentan. Es cuestión de conocerse íntimamente, estimularse con frecuencia y confiar.
Otra cosa es tener en mente que el fin último de las relaciones sexuales o la masturbación no es el orgasmo necesariamente, sino el disfrute del momento, la calidez y la intimidad. Hacerlo con el orgasmo como único y obsesivo objetivo provoca disfunciones sexuales por estrés. Si se llega, qué genial. Si no, a seguir caminando y disfrutando el paisaje.
Por último, hay que recordar que la higiene sexual es importante y que si notamos en cualquier momento (del mes o de las relaciones sexuales) un olor extraño, fétido o que el líquido que sale no es transparente, esto se debe a una infección no tratada y es necesario que acudamos inmediatamente al médico. No se recomienda automedicarse porque podemos empeorar algo que es relativamente sencillo de curar.