El pasado domingo se dio a conocer la noticia sobre un video que se hizo viral en las redes sociales con el fin de llamar la atención de las autoridades en Toluca, Estado de México. Dicho video es una denuncia a un presunto abusador de menores en ese mismo lugar.
En el video aparece el acusado de nombre Marcial Navarrete seduciendo a chicas que son notoriamente menores de edad. Se presume que con engaños y abusos sobre ellas produce pornografía infantil.
En la nota original se da a conocer la dirección exacta en donde esta persona hace estas acciones. No hay claridad sobre quién toma el video o quién lo denuncia, aunque se sospecha de un portal de denuncia anónima de Michoacán.
Hasta ahora, todo parece indicar que las autoridades correspondientes no se han movilizado para investigar o capturar, y en respuesta a eso es que se entregó este video a las redes sociales para informar a las personas, sobre todo a las que son más cercanas a la situación (por ubicación geográfica o de estructura), y obviamente para presionar a las autoridades.
Desafortunadamente, YouTube sacó el video de la página por una “infracción en las condiciones de servicio” pero todavía está disponible para verse desde la nota original. Podríamos exponer controversiales opiniones sobre la actitud que YouTube deja entrever al borrar esto, pero ese no es el punto.
Mientras las personas del mundo hacen ganar más de 80 millones de pesos a una película de dudosa calidad en su primer fin de semana en cartelera, estamos tapando otra vez la realidad de nuestro país. En él, gente de todas las edades vive violencia sexual y las estadísticas se disparan en edades sorprendentemente cortas, y sobre todo van más recargadas hacia el género femenino como receptor de estos abusos por parte del masculino. Esto en muchos niveles y circunstancias que ya están más que dichas.
Si este mismo furor pudiéramos compartirlo para voltear a ver a nuestras familias, vecinos, escuelas, comunidades, y gastáramos ese mismo dinero en estas causas, seguramente veríamos el abuso sexual con otros ojos. La educación de la sexualidad sigue siendo una necesidad, especialmente en quienes sabemos desde pequeños que pueden cometer este tipo de acciones, recibirlas o permitirlas.