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Avanza el libro electrónico

De la copia a la licencia

  
Nota publicada el 1 de marzo de 2015
por Roberto Salazar

La industria del libro pasa por momentos difíciles desde hace algunos años, específicamente desde que se combinaron tres factores: la cada vez más baja tasa de lectores, el abaratamiento de la tecnología que permite la reproducción ilegal y la posibilidad de distribuir copias digitales por medio de Internet; ante esto, el establecimiento formal de bibliotecas digitales puede aportar el oxígeno que requiere el sector para continuar en el mercado.

Es común que el comprador final sólo evalúe su experiencia de acuerdo a su experiencia en la librería, donde debe enfrentar costos que involucran más de lo que se percibe a simple vista: cadena de distribución, proceso de producción y por supuesto, el trabajo intelectual del creador.

Sin ventas todo se viene abajo, incluyendo los ingresos de los autores lo que desalienta en parte la creación de nuevos contenidos.

Aunque se piensa que el libro de papel tiene todavía para rato, el hecho es que existe una tendencia que no le es favorable. ¿Qué hacer al respecto?

La pérdida de lectores obedece a factores culturales más que económicos y ante eso, sólo el sistema educativo puede plantear una estrategia que corrija el camino.

La piratería está a la vista de todos y las autoridades hacen poco o nada para combatirla; basta que un docente solicite a sus alumnos la consulta de cierto libro para que sitios de fotocopiado ofrezcan la versión pirata engargolada, o ¿para que gastar en papel cuando se puede vender una memoria con los contenidos escaneados? Incluso, algunas escuelas distribuyen los contenidos bajo el eufemístico nombre de “antología de lecturas”.

Aunque el uso de Internet para distribución forma parte del problema, con el establecimiento de bibliotecas digitales las casas editoriales pueden encontrar ahí el antídoto, asumiendo que el cambio de soporte es inevitable.

La copia física se cambia por un concepto virtual pues de forma tradicional una biblioteca compraría un determinado número de ejemplares, lo que ahora se sustituye por licencias de uso simultáneo. Con la práctica, el resultado es que más personas pueden hacer uso del mismo libro (bien, de la misma licencia) lo que implica compras más eficientes para las bibliotecas.

Aunque leer en pantalla ofrece una experiencia completamente distinta (lo que para muchos es motivo de rechazo), vale la pena establecer diferencias respecto al tipo de contenido: por un lado el material de consulta al que se debe acceder de manera eficiente y por otro, aquellos textos que se consumen por placer, como es el caso de la literatura.

Aceptar el libro electrónico y aprender a interactuar con él es una forma de establecer una transición del plano físico al virtual y con esto, evitar que el dinero fluya más a los piratas que a los autores.

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