Durante mis columnas he hecho énfasis en que las lenguas yumanas que se hablan en Baja California han tenido poca investigación lingüística. Su situación de riesgo –con poco menos de mil hablantes- vuelven urgentes y necesarios, no sólo investigaciones sino esfuerzos para su revitalización.
Las lenguas yumanas, como la gran mayoría de las lenguas indígenas y minoritarias en el mundo, enfrentan el problema de que no hay profesores que puedan enseñarlas; no en las mismas condiciones en las que se enseña el español. A pesar de que en las escuelas primarias bilingües, las que por concepto deberían enseñar la lengua indígena, los profesores, o no hablan la lengua, o no conocen las técnicas para la enseñanza de una segunda lengua.
Desde las instituciones educativas, el primer paso para propiciar condiciones de revitalización es la formación de sus profesores, precisamente de estas escuelas bilingües. Una de las estrategias es la impartición de cursos que sensibilicen sobre las condiciones culturales, y a su vez que ayuden al aprendizaje de la lengua indígena de la zona en que impartirán clases.
Orientado a este objetivo de formación docente, la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), junto con la Coordinación de Educación Indígena (CEI) de la Secretaría de Educación Pública ha organizado el primero curso para el desarrollo de habilidades y competencias lingüísticas. El curso funcionó como preparación para la evaluación de desempeño del sistema educativo, o su integración a éste a partir de los exámenes de oposición. La licenciada Julia Ríos, encargada del área de lenguas autóctonas de la Facultad de Idiomas, fue la responsable de las actividades del curso. En esta primera edición se abrieron cursos de paipai y mixteco para profesores de educación indígena. Lamentablemente, ninguno de ellos eran profesores de la escuela bilingüe Benito Juárez de la Comunidad de Santa Catarina; comunidad en donde el paipai tiene la mejor vitalidad en el mundo.
La Coordinación de Educación Indígena, dirigida por el licenciado Andrés Vera, fue el organismo encargado de determinar los criterios para la selección del primer grupo de 50 profesores que tomarían el curso. Catorce de ellos estuvieron en el grupo de paipai y el resto en el grupo de mixteco.
Eloisa González, una de las profesoras de este curso de paipai, me ha compartido sus experiencias sobre el taller y sus expectativas. En general le ha parecido una actividad gratificante, aunque acepta que uno de los principales problemas a los cuales se ha enfrentado es a manejar el equipo electrónico como el proyector, la computadora, el diseño de materiales y su accesibilidad a través de distintas plataformas. Debido al tiempo del curso, 14 sesiones sabatinas repartidas entre Enero y Abril del presente año, la UABC le asignó a Ariel Ureña, un recién egresado de la licenciatura en docencia de idiomas, para apoyarla con estos aspectos técnicos.
Armandina González -una de las profesoras que en un principio estuvo a cargo del curso- y la profesora Eloisa, son dos de las hablantes de paipai que viven en Ensenada. Esto facilitó la ejecución de la actividad, pero por otro lado evidenció un problema: la gran mayoría de los hablantes viven en Santa Catarina, y trasladarlos a la ciudad para impartir el curso implicaría no sólo el pago de las horas de clase, sino hospedaje y viáticos. Recordemos que Santa Catarina es una comunidad a unos 100 kilómetros de Ensenada, un poco más allá de la entrada al Parque Nacional Constitución 1857. A pesar de este problema, los alumnos que asistieron al curso, provenientes de distintos puntos de Ensenada, estuvieron gustosos de aprender la lengua y ponerla a prueba en la medida de lo posible. Por ser una lengua de una familia lingüística totalmente distinta al español o al inglés, su grado de dificultad aumenta. Comprender no sólo el vocabulario, sino el orden de los elementos en la oración y, por supuesto, la pronunciación. Eloisa insistió en que, contra estas dificultades, los alumnos se esforzaron durante todo el curso, tanto así que sus ánimos no mermaron: desean que se extienda el curso.
Es posible que una de las actividades que resultó más motivadora fue la salida a campo. La UABC puso a disposición del grupo una camioneta para trasladarse a la comunidad de Santa Catarina. Los alumnos tuvieron oportunidad de platicar con distintas personas in situ para ejercitar lo aprendido, para hacer preguntas, y contestarlas en la lengua paipai. Una de las personas con la que tuvieron oportunidad de hablar fue Aaron Castro, uno de los mejores hablantes de la comunidad, según sus mismos miembros. El señor Castro vive en el rancho San Miguel, un poco retirado del centro de la comunidad de Santa Catarina. Esto no fue problema ya que la UABC había contemplado esta visita, y volvió posible que los alumnos pudieran platicar con este venerable hablante.
Parte de lo que se ejercitó en el curso fue la lectura de cuentos. Una colección que ya ha pasado a ser un clásico es el libro de cuentos paipai de Benito Peralta. Aunque Eloisa admite que llegar al nivel de entender un cuento –o algunas palabras- tuvo sus dificultades, menciona que ver el cuento escrito en la lengua ayudó a sus alumnos a comprender algunos aspectos de la ortografía. El paipai, al ser una lengua de tradición oral, no cuenta con una ortografía establecida, pero precisamente son esta clase de actividades las que inician la “cristalización” de reglas ortográficas.
La entrega de constancias a los 50 profesores que terminaron el curso se llevó a cabo el pasado martes 2 de junio en el Departamento de Información Académica de la UABC Valle Dorado. De aquí sigue la ampliación del curso a un esquema de seis niveles, comenta Julia Ríos, así como la impartición de cursos en otras lenguas, como el curso de kumiai que actualmente se enseña en la Facultad de Idiomas.
Para asegurar la eficiencia de la enseñanza de las lenguas indígenas, ésta debe suceder al mismo tiempo a dos grupos meta distintos. El primer grupo son los profesores; la misión es que dominen la lengua y las técnicas para su enseñanza. La esperanza es que éstos enseñaran la lengua en sus aulas a los niños de las comunidades pertinentes. Sin duda alguna, los cursos como los que ofrece la UABC son de gran valor e inician la formación de profesores. No obstante, se le debe dar seguimiento en las comunidades. Precisamente, el segundo grupo no son sólo los niños, sino toda la comunidad en general.
El paipai, como muchas lenguas en peligro de extinción, tiene pocos ambientes de habla en donde los niños, y sus hablantes, puedan ejercitar sus habilidades con la lengua. Estos esfuerzos, como la preparación docente, corren el riesgo de difuminarse con el tiempo, condicionando su eficiencia al surgimiento de políticas que generen más espacios de habla. Espacios que compitan a los que existen del español, y desde distintos actores sociales –hablando, por supuesto, de los mismos hablantes de la comunidad. Tarea difícil, pero necesaria y urgente.