En el mismo tenor de las más recientes semanas, en esta ocasión hablaremos de una de las disfunciones sexuales femeninas que más restringen las manifestaciones eróticas y coitales tanto de quienes la padecen como de sus parejas.
El vaginismo consiste en la contracción involuntaria de la musculatura vaginal que impide la penetración. Puede suceder en cualquier momento de la estimulación sexual.
Una característica importante de esta disfunción es que a diferencia de otras que pueden deberse a varios factores que incluyen los biológicos, como estragos de una cirugía o enfermedad, el vaginismo suele deberse más a cuestiones educativas y psicológicas. Es decir, suele deberse con mayor frecuencia a manifestaciones corporales de creencias o mitos que ponen la vivencia de la sexualidad en un mal juicio de valor. Ejemplos de esto son ideas como: “El sexo duele”, “El sexo es obligatorio y solo es placentero para el hombre”, “El sexo daña”, entre otras.
También puede ser consecuencia de haber vivido abuso sexual o violación, aunque hay mujeres que al menos en las primeras consultas no parecen haber tenido esta experiencia ni tener este sistema de creencias.
Aunque suele deberse a una causa médica con menor frecuencia, es importante que lo primero a lo que se someta una mujer que tiene síntomas como coito doloroso o imposibilidad de ser penetrada por la contracción involuntaria de su musculatura vaginal, sea un examen médico completo.
Durante y/o después de eso, se puede hacer un tratamiento integral que incluya una evaluación psicológica, preferentemente desde el área de la sexología, que ayude a que el tratamiento sea integral y logren resolverse las cuestiones por las que apareció la disfunción en primer lugar.
El tratamiento debe estar adaptado a cada caso, pues cada paciente es diferente. Es importante que pensemos más allá del síntoma, pues de no hacerlo podemos incurrir en errores que pueden trastocar más aún la ya afectada vida sexual de quien padece una disfunción.
Si se trata de nuestra pareja, tengamos presente que se trata de algo que tiene solución siempre y cuando tengamos paciencia y disposición incluso de entrar al tratamiento, pues las disfunciones sexuales en todas sus manifestaciones afectan la dinámica de la vida en pareja o, en ocasiones, son resultado de ella, y es necesario que ambas partes tengan consciente cuál es su parte en esta vivencia.
Con frecuencia las parejas de quienes tienen esta disfunción suelen sentirse contrariadas, ansiosas, con sentimientos de impotencia o rechazo, ya que es difícil de entender que la mujer no pueda o quiera tener relaciones sexuales por algo que está aparentemente fuera de su control.
Sea cual sea la situación y exista la pareja o no, tengamos presente que se trata de algo que puede tratarse y en ocasiones basta con romper el silencio o con algo de ayuda médica, psicológica y/o sexológica.