Y es que así somos. Volátiles, estáticos, solidarios, insensibles, críticos, apáticos, bonachones, ácidos. Asi somos.
En ocasiones tocamos el cielo y en otras rasgamos las puertas del infierno. Impredecibles.
Y es que, así somos.
Semanas atrás estuvimos a centímetros de llorar lágrimas de sangre por lo de Nico. Por lo que le hicieron a Nico. Juzgamos rápido, condenamos igual. A la hoguera de las redes sociales, hoy convertidas en jueces implacables, los culpables. Así, de tajo. Sin miramiento para que aprendan, para que paguen. Pobre Nico!
Si, pobre Nico. Tan pobre que ya es parte del olvido. De ese olvido que va de la mano de los reclamos de justicia y de las voces álgidas que se acongojan y a los segundos callan.
Nico en lo suyo. En ese su tan suyo mundo donde el día a día es el mismo. Como calca. Igualito. Ocupará de otra soga atada al cuello y de otra selfie para que lo vuelvan a ver, para que las vestiduras se desgarren y para que miles de ojos estén a centímetros de llorar sangre, y para que la santa inquisición de ahora, sentencie y castigue.
Y es que así somos.
Por la ciudad se cuentan por decenas otros “Nicos”. Igual de indefensos, de abandonados, de ignorados. Igual de condenados a ese mundo tan suyo en donde nada cambia.
Uno de esos “Nicos” es Rosy. Esa joven mujer que arrastra por la ciudad basura y al mismo tiempo un costal más pesado de agresiones. Esa mujer que duerme tras una barda y sobre lo que arrastra: basura y olvido.
Esa mujer que se mete a la tienda y pide. Que hurga en el contenedor y rescata lo que se pueda comer. La que sobre la banqueta devora el pan remojado en café que otra mujer le dio. La de la mirada perdida. Y es que el pan y el café podrán quitar el hambre pero no borran las heridas. Ni las de Nico, ni las de Rosy, ni las de nadie.
Luego Rosy se incorpora, recoge sus “pertenencias” en donde no hay sogas ni selfies y se pierde entre las calles que se acuerdan de ella. Las mismas calles que la recuerdan vendiendo flores y consumiendo droga, pero que ignoran por completo el pasado que arrastra.
Revelación última.
Se sabe que en esta ciudad suman decenas las personas afectadas de sus facultades mentales y que deambulan por las calles. Se sabe también que no hay programas oficiales de atención o asistencia que los considere.