El platillo emblemático del mes de la patria sin duda alguna es el de los chiles en nogada, existen muchas historias y mitos alrededor del mismo y a continuación cito uno, el que me parece más interesante y que publicó Laura de Caraza Campos en un artículo de la revista México Desconocido, quien nos comenta la versión de que corría el año 1821 cuando unas monjas del Convento de Santa Mónica en Puebla, al enterarse de que Agustín de Iturbide estaría en esa ciudad para celebrar su día santoral, el 28 de agosto, decidieron elaborar una receta que recordara los colores de la bandera del Ejército Trigarante: verde, blanco y rojo, y coincidiendo precisamente con la cosecha de las nueces de Castilla y las granadas del Estado, se les ocurrió, después de mucho pensar, hacer esta maravilla de platillo.

Tomaron unos chiles poblanos, los asaron, pelaron y los limpiaron para poderlos rellenar con un picadillo compuesto con carne de cerdo, jitomate, cebolla, ajo, frutas de la estación, nueces, almendras, piñones y diversas especias, culminando con una salsa a base de nueces de Castilla frescas perfectamente peladas y limpias para molerlas en el metate junto con queso fresco y un poco de azúcar; al lograr la mezcla, la disolvieron con un poco de leche y quedó lista, por último, un toque de vino jerez, cuidando que no quedara ni muy espesa ni muy aguada, sino con el punto perfecto para cubrir los chiles. Ahora sólo faltaba terminar el platillo. Capearon los chiles con huevo batido, los frieron, los acomodaron en sendos platones, los bañaron con la salsa y adornaron con rojos granos de granada y hojas de perejil para lograr así los colores de la bandera.

Independientemente de lo creíble o no de la versión anterior del origen de este manjar mexicano, por recomendación de la cancillería, los chiles en nogada junto con los vinos mexicanos aparecen obligatoriamente en el menú de la recepción del 15 de septiembre en la red de la diplomacia mexicana. Buen provecho.