Hace unos días tuve el placer de conocer a tres diseñadores que están dispuesto a liberar su servicio social en un proyecto de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) relacionado con la lengua paipai. En una rápida explicación, les dije que mi proyecto de tesis era sobre la deixis espacial de esa lengua. No se hizo esperar la duda ¿qué es la deixis? me preguntaron. Vaya, había una respuesta sencilla… pero...
El término “deixis” proviene directamente del griego deixis que literalmente significa “lo que se indica”, “lo que se apunta”. De hecho, el término tiene que ver con la palabra “indicar” y a su vez con “dedo”. Era el término que usaban los griegos antiguos para referirse a aquellas palabras en la lengua que se usaban para indicarle algo a alguien.
Esto último es muy importante y revela un problema un poco vergonzoso para algunos lingüistas. No existe lenguaje sin realidad. Una lengua existe porque un contexto así lo determinó; hubo una necesidad que empujó a una persona a buscar, pedir, retratar algo. Pero sobre todo, se necesitó que esa persona le dijera a otra persona. El lenguaje es un instrumento de comunicación.
En las teorías sobre la comunicación se suele exponer el modelo aristotélico de “comunicación” en donde existe un emisor (E) que manda un mensaje (M) a un receptor (R) a través de un canal (C) que supone una codificación por parte del emisor (Cd) y presupone la capacidad de decodificación por parte del receptor (Dc). Por último, se considera que existe la retroalimentación (Rt) lo que ayuda a saber si el mensaje ha sido recibido satisfactoriamente o hay necesidad de mandarlo de otras maneras.
Por cierto: este modelo es viejo. Viejísimo. Y, para mala suerte de muchos comunicólogos actuales, está arrebazado. Pero… la intención de esta columna es que nos sea de utilidad para mostrar ciertas nociones básicas.
Imaginemos que mi intención es decirle a alguien que me pase una cuchara que está cerca de esa persona. En mis prisas, le digo “pásame la… esa” y miro brevemente el instrumento y hago un movimiento con la cabeza. Espero que mi oyente (receptor) pueda averiguar qué estoy buscando. Y hay una gran probabilidad de que así sea.
Aunque el receptor puede no entender mi mensaje e insistir: ¿qué cosa?
A lo que yo también puedo insistir en mi uso deíctico: “la cosa esa” junto con un movimiento con mis cejas, tratando de apuntar. En el supuesto de que esté tan ocupado realizando algo con mis manos —como lavando trastes, o cocinando— lo que me impida apuntarle con el dedo.
La deixis es la propiedad que tienen algunas palabras para indicar algo en el momento de la pronunciación, o que, para ser entendidas, necesitan que receptor sepa alguna característica que ha sucedido en el momento de la emisión del mensaje.
Un caso que evidencia el uso de deícticos, un caso horrible e indeseable, sería el que nos encontremos una botella tirada en la playa —supongamos que no hablamos de Playa Hermosa— y encontramos dentro de esa botella un papel que dice:
“Estaré aquí mañana pero necesito una llave así de grande para aquella cosa”.
Al momento de leer ese texto, se actualiza su contenido. El aquí se vuelve la playa; mañana es a partir del día en que se lee el mensaje de la botella… el así es más difícil, sólo se sabe que es algún tamaño determinado pero… nada más. Y suponemos que aquella cosa debe ser algo que esté lejos de donde yo estoy, en el momento de leer el mensaje.
Esas palabras tienen contenido deíctico. Los deícticos temporales más comunes en español son el “ahora, mañana, hoy, ayer…” etc.; los espaciales son el “aquí, ahí, allá” y existe otra categoría, los de persona que son el “yo, tú, él/ella/usted, ese, este, aquel”. Los primeros dos son un tanto curiosos. De qué otra manera utilizaría “yo” sino es que para referirme a mí mismo. Bueno, en realidad el “yo” siempre va a apuntar a quién emite el mensaje, y usualmente el “tú” siempre va a apuntar a quien recibe el mensaje.
Habría que hacer una pausa aquí. La deixis se considera como el ámplio estudio del fenómeno deíctico. Es decir, nuestra capacidad lingüística-cognitiva de usar recursos para apuntar a ciertas “cosas” que existen sólo en el momento en que ejerce el acto comunicativo. Esa capacidad que confiere funciones a nuestro lenguaje varía de lengua en lengua. No obstante, se ha considerado que ciertas formas deícticas, como el “yo” y “tú”, así como los deícticos espaciales (algunos llamados demostrativos) son de carácter UNIVERSAL. Hasta donde se ha podido investigar, de las lenguas que existen en el mundo, ninguna carecer de demostrativos ni de pronombres para primera y segunda persona (yo/tú).
¿Esto… no nos habla de cierta capacidad innata, universal o inherentemente humana?
So… lo que estoy estudiando es específicamente cómo, en la lengua paipai, se manifiestan los deícticos espaciales—aquellos que en español serían “aquí, ahí, allá”, qué tan comunes, de acuerdo a los estudios de las lenguas del mundo son, a qué lenguas se parece, y si tiene algún rasgo que no se haya encontrado antes en alguna otra lengua del mundo.