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¿Somos reconocidos como seres sexuados?

En serio… hablemos de derechos sexuales

  
Nota publicada el 28 de marzo de 2018
por Rocío Linares

En algunas notas pasadas hemos hablado vagamente sobre los derechos sexuales que tenemos garantizados por la Constitución Política y otros documentos legales de este y otros países.

Es fácil ver que de un documento a otro, algunas palabras y detalles en cuanto a los mismos cambian, pero en general la idea del respeto a la integridad sexual de las personas es una constante. De la misma manera, podemos encontrar que al igual que con los otros derechos humanos, tenemos un importante camino por recorrer en cuanto al ejercicio verdadero y el respeto de cada uno de ellos en nosotros y, sobre todo, en otras personas.

El primer derecho sexual de todo ser humano es ser reconocido como ser sexuado. Ser sexuado/a va más allá del hecho de tener relaciones sexuales, pareja(s) o hijos. Es un estado inherente a todas las personas, aun de aquellas que se consideran asexuales o sin género definido.

El ser sexuado se manifiesta en un cúmulo de actitudes y aptitudes que nos ayudan a movernos por el mundo y a convivir con la gente de nuestro propio género y con la del otro; también de que reconozcamos y cuidemos nuestro cuerpo, sus capacidades y limitaciones, y otorgarle el placer necesario para su equilibrio, sea este sexual o no, coital o no; así mismo de que asumamos que somos parte de una especie sexualmente diversa y que ser heterosexual y monógamo es una característica entre muchas otras igual de válidas aunque nosotros no las tengamos, no las entendamos o no vayan con nuestras creencias.

Podemos decir que esto es ejercido de esta forma por la mayoría de las personas, pero solo por dar un ejemplo de cómo no lo estamos haciendo, diré que encuentro particularmente interesante que en muchas pláticas con adolescentes ellos concluyen que las primeras personas que no les reconocen como seres sexuados son sus padres o principales cuidadores y sus maestros/as. Esto contrasta con una preocupación cada vez mayor por parte de los mismos de que ellos y ellas tengan un cuidado apropiado de su sexualidad, aunque esto constantemente se limita en realidad solo a su capacidad reproductiva.

Esto es resultado de miedos, mitos y tabúes que terminan por formar una barrera en el reconocimiento de la sexualidad como una característica propia, que la siguen colocando como algo ajeno, lo cual merma la efectividad de la gran variedad de información que existe en todos los medios para la prevención de situaciones de riesgo (Si no me reconozco como ser sexuado, esta información por valiosa que sea, no me incumbe ni me pertenece, y es así aun si deseo tener relaciones sexuales). Esto sin mencionar que es un reflejo de que aun con los grandiosos avances en materia de educación de la sexualidad, en muchos sectores se sigue entendiendo la sexualidad alrededor de la reproducción como único eje, siendo que esta es ejercida por todos/as nosotros/as desde mucho antes de existir esta capacidad.

¿Cómo nos reconocemos a nosotros mismos como seres sexuados? ¿En verdad reconocemos a nuestros/as amigos/as, familiares (incluidos/as los/as niños/as), compañeros/as de trabajo y otras personas próximas como seres sexuados? ¿Cómo nos damos cuenta de que lo hacemos o no?

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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