El anuncio de que Playboy dejará de publicar desnudos a partir de la edición correspondiente a marzo de 2016, literalmente sacudió al mundo editorial la semana pasada. Eso de que "yo lo compro por los artículos" dejará de ser la excusa de algunos para ser una realidad absoluta.

Las razones expuestas para este cambio se expresaron en dos vertientes. Por un lado el hecho de que todos los desnudos del mundo estén disponibles al alcance de un clic, por lo que la oferta de contenido erótico dejó de leerse como un buen negocio, dijeron desde las oficinas centrales.

La otra razón, de mucho más fondo, tiene que ver con el hecho de la reducción en su tiraje y por consiguiente de su circulación: de los millones de ejemplares que llenaban puestos de revistas en Estados Unidos, hoy solo son 800 mil los que salen a la venta. Uno de los innegables íconos de la cultura pop se redujo a un artículo para coleccionistas... mal negocio cuando se trata de un medio masivo.

Las lecturas intelectuales por todo el mundo hablan de las consecuencias de una sociedad hipersexualizada y del fin de la mujer objeto. Personalmente creo que la razón de fondo tiene que ver con la constante caída del papel como soporte para los contenidos y con la baja recuperación por medio de la comercialización vía Internet.

Sin el desnudo Playboy se convertirá en otra cosa y no me refiero a algo mejor o peor... simplemente será otra cosa. A estas alturas del consumo de contenidos el replanteamiento de la marca implicará tanto movimiento que muchos dejarán de ser lectores y otros se incorporarán como nuevos consumidores.

Publico nuevo y contenido nuevo implica definitivamente otro medio al menos en Estados Unidos. En México la revista circula con 120 mil ejemplares y ante el relajo mundial sus directivos dejaron claro que de este lado de la frontera el desnudo permanecerá como parte de su propuesta.