El lenguaje es universal, y cada uno de nosotros es hasta cierto punto experto en usar el lenguaje que se les fue enseñado desde chico. Pero existe mucho más sobre el lenguaje que lo que utilizamos en el día a día. Estos diversos temas desprenden fascinantes preguntas. Por ejemplo ¿Qué ha sido de las lenguas inventadas? ¿Pueden las máquinas traducir fielmente una lengua? ¿Son algunas formas de escribir mejores que otras?
Pero sin duda, la gran pregunta que rodea nuestra facultad lingüística es: ¿qué nos hace seres humanos? ¿Caminar en dos patas? ¿Vivir en sociedad? O acaso es nuestra capacidad para amar u odiar lo que nos hace distintos a los demás animales. En realidad, un poco de todos. Pero ninguna de estas características es única a la especie humana. Los pájaros caminan en dos patas, las hormigas viven en sociedad y mi perro me ama… y odia a las ardillas.
Es el lenguaje lo que nos distingue de otras creaturas. Cualquier cosa que hagan las personas cuando están reunidas como, reunirse para pelear, jugar, hacer hamburguesas o tener sexo, las personas hablan.
El ser humano es la única creatura en este planeta que tiene el poder de hablar. Todos los seres humanos, ricos o pobres, son capaces de usar un lenguaje. Todo niño aprende una lengua materna, sea inglés o zulu, de la manera tan sencilla como estar expuesto a un ambiente en donde se hable esa lengua. La mayoría de los niños llegan a ser muy hábiles con su lenguaje para cuando han alcanzado los diez años; muchas veces, a esa edad un niño puede dominar varias lenguas. Lo más sorprendente es que no sólo se aprende un código general, dígase alemán o japonés, sino que cada lenguaje implica distintos estilos que también son perfeccionados por los niños: habla formal, respeto, cariño, etc.
Una de las preguntas en el estudio del lenguaje es cómo, para un niño es tan sencillo dominar una lengua, pero para un adulto parece ser mucho más complicado. Sabemos que hay áreas especializadas en el cerebro para computar el lenguaje, y que un niño es capaz de aprender cualquier lengua a la cual esté expuesto. Lo que es más, si un niño crece en un ambiente en donde no haya ninguna lengua, nunca podrá aprender una lengua lo suficiente como para usarla como un adulto común. Teniendo como base esa evidencia, varios científicos han sugerido que la capacidad para usar un lenguaje es algo genético, capacidad que se pierde cuando se es adulto (en donde ya no estaríamos dispuestos a aprender una lengua, sino a usar rutas lingüísticas establecidas en nuestra infancia). Esto solo tiene que ver en la habilidad de hablar una lengua, no tiene nada que ver con aprender a leer o escribirla. Escribir una lengua es un invento del ser humano, como una bicicleta, mientras que la lengua hablada es un rasgo biológico, como caminar, que se nos da a los seres humanos.
En el planeta hay aproximadamente 6,000 lenguas, las cuales descienden de lenguas antiguas. Sus hablantes se distribuyeron por el globo y la variación surgió. Con suficiente tiempo de separación, lenguas como el francés, el rumano y el español se desarrollaron desde el latín, hablado por los romanos.
La evidencia arroja tales recorridos en las lenguas, lo que deja a los lingüistas la pregunta ¿existió algo como una primera lengua? Algunos, dicen que es imposible rastrear algo como eso, otros tienen ideas mas extravagantes: inventos conscientes, una primera raza universal o comunicación con seres de otros mundos. Otras, menos controversiales, sugieren que buscábamos imitar los sonidos de los animales.
Pero… ¿otros animales hablan? Claramente podemos ver que los simios y otro tipo de mamíferos pueden comunicarse entre ellos, y se les pueden enseñar algunas tareas que dependen de un lenguaje; no obstante, estos animales carecen de la flexibilidad lingüística que tiene los seres humanos. Habilidad que nos permite crear infinito número de construcciones para comunicar básicamente cualquier cosa.
Bueno, tal vez las computadoras puedan hablar. Se ha logrado que las computadoras puedan construir una infinidad de oraciones por sí mismas, pero al final no se acerca a nuestra capacidad creativa del uso de lenguaje. Aunque las computadoras son capaces de simular habilidades lingüísticas, se limitan a construcciones con significado explícito. Lamentablemente, mucho de nuestro lenguaje son lecturas implicaciones e implícitas, como en el ejemplo:
A: ¿Me ayudas a lavar los trastes?
B: Voy tarde
Es obvio para todos que la respuesta es perfectamente válida y que significa “no, no te voy a ayudar a lavar los trastes porque voy tarde a X”. Toda esa información que no está se da de manera implícita por muchas razones (formalidad, sensibilidad, trato, etc).
La respuesta de B podría haber sido “mi perro se murió” o “me duele el pie” en donde ese otro significado sólo se puede activar en ciertos contextos, dejando ver que el lenguaje no es sólo una relación entre forma y significado.
Una de las características esenciales de esta capacidad humana de emitir construcciones nuevas, con nuevos significados, reside en una capacidad aún mayor: nuestra creatividad. Costosa habilidad que nos ha permitido crear las cosas que hemos logrado crear hasta ahora. Nuestro lenguaje reproduce las mismas reglas: lo suficientemente flexible para crear, lo suficientemente rígido para comunicar.
No existe un rasgo humano que tenga tanto alcance o, en muchos casos, un rasgo más valioso, que el lenguaje.
Traducción, con algunos datos extra y modificaciones del texto original en inglés de Rodman, R. (2012) Why learn about language? En E. M. Rickerson & B. Hilton (eds.) The Five-Minute Linguist. UK: Equinox. pp.7-9.