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De influyentismo, de simulaciones

  
Nota publicada el 16 de marzo de 2016
por Alfredo Mendoza Rodríguez

En la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) para escalar posiciones en el organigrama de mandos no cuenta la capacidad, la experiencia, ni los meritos académicos. La realidad es muy distinta a los discursos.

Lo que pesa y vale, lo que se impone, es el influyentismo y el compadrazgo; la cercanía con la titular de la PGJE vende más que cualquier otro condicionante.

Y ahí están los ejemplos. Crudos, recientes, contundentes.

En San Quintín el comandante de la Policía Municipal es un agente que tiene apenas unos meses de haber egresado de la academia de capacitación, con mínima experiencia en que quehacer y con escuetos logros académicos.

Semanas atrás ese mismo agente se vio involucrado en un accidente automovilístico cuando tripulaba un vehículo oficial. Testigos de los hechos imputaron la responsabilidad al jefe de la ministerial en San Quintín, pero en su reporte argumentó un accidente en horas de trabajo.

Y allá sigue. Y de allá nadie lo mueve mientras su liga con los altos mandos que despachan en Mexicali no lo dejen en la orfandad.

En la comandancia operativa de la Policía Ministerial en Ensenada apenas unas semanas atrás habían nombrado como titular a Maximiliano Hernández Beltrán. Su nombramiento era más que justificado dada su reconocida trayectoria, su capacidad y sus logros académicos.

Pero así como lo nombraron, así también lo removieron. Rápido.

Su relevo, el agente Luis Armando Sánchez, el mismo que había interpuesto y por escrito su renuncia a la dependencia. Renunció como Policía Ministerial y dejó de asistir por varios días a las oficinas. Todos suponían ya estaba fuera de la dependencia.

Pero no. Nada de eso. A los días regresó pero ya no como agente, sino como comandante operativo. Por las “pistolas” de alguien de arriba, se argumentó.

Así pues, en la PGJE los escalafones de mando nada tienen que ver con los discursos, con los aspavientos de modernidad, de reconocimiento a la experiencia y la trayectoria. No. Ahí impera el mismo vicio, el de premiar la “cercanía y la amistad” antes que otra cosa.

Alfredo Mendoza Rodríguez. El autor es periodista y sociólogo.
 
 

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