Desde hace relativamente poco tiempo se ha comenzado a poner atención en otras formas de práctica y vínculos sexuales que son formas de variedad en la expresión sexual de las personas que han existido desde el inicio de la humanidad, solo que fueron silenciadas por unos cuantos siglos de judeo-cristianismo y otras creencias que condenan o prohíben todo aquello que desde su visión es contra natura o no se debe hacer para mantener un orden social.

Con la creación de la propiedad privada se dio el concepto de fidelidad y por tanto su contraparte que es la infidelidad. La idea original de esto era garantizar que los hijos del hombre fueran efectivamente suyos y a ellos se fuera su herencia al morir. Como podemos concluir, se inventó para nosotras aunque después con el Romanticismo se generalizó por las promesas que con ello vinieron y se reforzaron desde diferentes medios. Es también por esto que surgió el gran valor de la virginidad femenina que era algo así como un sello divino de garantía que protegía al hombre de un fraude y a la mujer en su honor.

Actualmente la infidelidad se concibe como el rompimiento de un compromiso previo de monogamia que puede tener diferentes grados de exclusividad, donde aunque cueste comprenderlo, cada quien entiende algo diferente como infidelidad. En estudios se ha visto que para la mujer es más importante como motivo de terminación de la relación la infidelidad emocional y para el hombre la sexual. Sea como sea nuestro contrato de fidelidad, se entiende que cuando la cometemos, la otra persona no lo sabe ni deseamos que se entere. Empezamos por ocultar y solemos terminar por mentir, cosa que termina atentando dramáticamente contra la estructura de la relación y esto no siempre es reparable.

En cambio, las personas poliamorosas manejan la idea de que podemos amar a más de una persona en igual o diferentes intensidades dependiendo de quién se trate. Por ejemplo, puede haber una relación primaria y otras relaciones alrededor de ella por parte de cualquiera de los miembros de la pareja, esto bajo el principio de que todas las personas implicadas saben de qué se trata y quienes más están en este vínculo. Por tanto, no hay infidelidad ni mentiras, todo es por consenso.

Existen desde luego diferentes variantes en este tipo de vinculación, como por ejemplo el hecho de que no en cada relación es vital mantener relaciones sexuales.

Las circunstancias son muy diversas también. A veces se vive la limeranza que viene cuando recién conocemos a una persona que nos gusta y ya, sin limitar la relación estable y duradera que ya teníamos. Aunque hemos visto en series de televisión que hay clanes poliamorosos que viven muy cerca unos de otros o en la misma casa, esto no necesariamente es así en todos los casos.

Esto es diferente de las parejas que practican el sexo swinger, dado que esto es un intercambio de pareja meramente sexual donde ambos miembros conocen la situación, lo decidieron lo más informada y conscientemente posible.

Existen diferentes lugares, fiestas y reuniones que se avocan precisamente a esto y dentro de sus reglamentos internos frecuentemente podemos encontrar que está prohibido verse o relacionarse fuera de ahí de forma deliberada.

Es común que las personas cuando nos acercamos a conceptos como poliamor o swinger pensemos inmediatamente en que esto no se diferencia de una infidelidad. Sin embargo, personas que tienen este tipo de vínculos y prácticas han mencionado que ha sido una ayuda impresionante en el manejo de los celos y de la propia infidelidad, pues todo se habla e incluso se hace dentro de la pareja y dado que no hay ocultamientos de información, engaños y demás, entonces la relación primaria no sufre lo que usualmente se sabe que pasa cuando hay una infidelidad.

Desde luego cada una de estas opciones son eso: opciones. Las personas que eligen ser monógamas y fieles por su propia convicción no deberían sentirse amenazadas de que existan este tipo de vínculos. Solo saber que hay más.

Todos con nuestras creencias, prácticas e identificaciones somos parte de la enorme variedad que existe en la especie humana.