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Matanza en el Pulse, Orlando

En serio… hablemos de homofobia

  
Nota publicada el 15 de junio de 2016
por Rocío Linares

Aproximadamente a las 2:00 am de la madrugada de este domingo en tiempo local de Orlando, Florida, hubo una balacera en la que hasta ahora hay 50 muertos y 53 heridos. Dicho suceso ocurrió en el bar Pulse, conocido en su localidad por ser especial para el ambiente gay.

El agresor Omar Mateen, hijo de padres afganos, murió durante el atentado. Entre las muchísimas notas que se han publicado respecto a la noticia, figura una declaración en donde a pesar de que lo primero que se pudiera pensar, el padre del asesino, Mir Seddique, menciona que no se debió a motivos religiosos sino de homofobia, lo cual para muchos es un tanto contradictorio dado que su religión, como la mayoría, la promueve fuertemente. En esa misma declaratoria pide disculpas por el incidente dado que no era consciente de que estuviera planeando algo así aunque si sabía que dos meses atrás había visto a dos hombres besarse y se puso furioso.

El mismo domingo Buddy Dyer solicitó declaratoria de estado de emergencia para Orlando, misma que fue aprobada por el gobernador de Florida Rick Scott, ya que se considera que este es uno de los ataques más graves de la historia reciente de Estados Unidos.

En una nota publicada por Animal Político sobre el caso se menciona que el grupo terrorista Estado Islámico de Irak y Siria conocido como ISIS se adjudicó la autoría de la matanza por medio de un comunicado que se difundió a través de redes sociales de Amaq.

Actualmente circulan por redes sociales, youtube y algunas noticias los videos que algunas de las personas que estaban ahí lograron tomar durante el atentado. De la misma forma circulan fotografías de quiénes eran, las edades y ocupaciones que tenían.

Recordemos que el término “homofobia” es utilizado para referirnos al rechazo, miedo, repudio, prejuicio o discriminación hacia las personas que se reconocen como homosexuales, y este comportamiento puede ampliarse hacia quienes no cumplen con las expectativas respecto a los roles de género, a las personas bisexuales y a otras formas de diversidad, si bien ya hay otras palabras que describen estos comportamientos de mejor manera y constantemente se amplían precisamente para abordar y sensibilizar al respecto correctamente para prevenir hechos tan lamentables como la muerte de una o más personas por razones por las que no tendría que morir.

Por momentos en diferentes contextos me topo con que la necesidad de sensibilización está cubierta y el grado de homofobia es mínimo o nulo. Sin embargo, a diario encuentro noticias concernientes a la diversidad sexual o cualquier tema referente a la sexualidad y sigue siendo patente que necesitamos tomar conciencia sobre lo que pensamos, decimos y hacemos en cuanto a lo que es diferente de nosotros o que nos hace sentir amenazados, dentro y fuera de esta área de nuestras vidas.

Es triste encontrar comentarios referentes a cuánto merecen morir unos u otros o que piden que vayan a otros países a hacer lo mismo. Cuando hablamos de tolerancia no hablamos necesariamente de estar de acuerdo con el tema de la homosexualidad o de la diversidad sexual en general, sino de saber que por encima de todas nuestras características somos personas y tenemos los mismos derechos humanos sea cual sea nuestra edad, raza, religión, preferencia genérica, oficio, etc.

Se trata de un llamado a que si algo no nos gusta, solo aceptemos que existe y a dejar de faltar al respecto tratando de imponer nuestras ideas o de suprimir al diferente. El primer derecho que tenemos es el de la vida, y si este no se respeta por igual, se genera una brecha en el cumplimiento de todos los otros derechos, especialmente los sexuales y reproductivos, mismos en los que figura la libre expresión de la preferencia de género y a la integridad física y sexual.

Obviamente no se trata de convencer a nadie, pues eso es una conquista violenta. Se trata de que reflexionemos en por qué o para qué odiamos lo diferente y para qué imponer nuestra verdad, especialmente sobre características que no podemos cambiar como la preferencia o la identidad de género.

El odio, sea cual sea su origen, nunca es la respuesta. En el caso de la homofobia se cura con informarnos y conocer a alguien gay de cerca y darnos cuenta que es una persona como cualquier otra con emociones, virtudes, defectos, problemas, sueños, etc.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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