Si me preguntan sobre si el gobierno federal se excedió o no al emplear la fuerza pública contra manifestantes en Oaxaca, les respondo que no lo sé. Puede que sí, puede que no.
Si me cuestionan sobre la posibilidad de que detrás de los maestros inconformes allá en el Sureste mexicano operen fuerzas subversivas, le diré que puede que sí y puede que no. La verdad no lo sé.
Que si los policías federales entraron armados a disolver los bloqueos carreteros en Oaxaca, puede que sí y puede que no.
Que si los maestros y seguidores dispararon primero, puede que sí y puede que no.
Que si la instrucción dada a los policías fue de romper con “todo” los bloqueos, puede que sí y puede que no.
Que si la lucha de los maestros inconformes es justa, puede que sí y puede que no. Lo ignoro.
Y es que, en serio, nada de lo anterior me consta.
Y como no me consta no lo puedo asegurar. Y no lo hago porque sería irresponsable de mi parte asegurar algo de lo que no tengo pruebas. Tendría que estar dentro de las esferas del poder o al frente de los mandos del magisterio inconforme. Y no estoy en ninguna de las dos partes.
Y así como yo, millones de mexicanos. La inmensa mayoría. Inmersos en el desconocimiento de la verdad. De esa verdad que nos permite y nos faculta dar algo por hecho. Muchos hablan a medias, a tientas, a ciegas. Y Hablar así es caer en la irresponsabilidad, en el prejuicio, en el apasionamiento personal.
Lo que si sabemos los mexicanos, igual la inmensa mayoría, es que la violencia en ninguna de sus expresiones y venga de quien venga, no es lo mejor para el país. No es por esa vía como se tienen que acallar las inconformidades sociales para con determinadas acciones de gobierno. Claro que no lo es.
Pero también es reprochable recurrir al camino de la violencia y el desorden social, bajo la bandera de una aspiración justa. Claro que es reprochable.
Lo que si sabemos los mexicanos, también la inmensa mayoría, es que tanto la intolerancia como la intransigencia van de la mano y cuando se juntan los resultados no pueden ser más que lamentaciones.
Como ocurre en el Sureste Mexicano. Solo lamentaciones.
Lo que si sabemos los mexicanos, la inmensa mayoría, es que para destrabar este conflicto que hoy sacude al país no hay como echar mano de la cordura y la civilidad. No hay de otra.
Y si que no hay de otra.