Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de un tercio de los alimentos producidos en el mundo para el consumo humano (aproximadamente 1 300 millones de toneladas anuales) se pierde (se tira) o desperdicia. Los impactos sociales, económicos y medioambientales de las pérdidas y el desperdicio de alimentos (PDA) deben ser abordados conjuntamente debido a su importante impacto directo en la seguridad alimentaria y nutricional, los recursos naturales y el cambio climático.
Los alimentos se pierden a lo largo de la cadena de valor; desde la producción primaria hasta el consumo doméstico. Importantes pérdidas ocurren tanto en regiones industrializadas como en países de ingresos bajos, donde los alimentos se pierden en las fases iniciales e intermedias de la cadena de suministro alimentario y los niveles de desperdicio a nivel del consumidor son menores.
La parte de las pérdidas de alimentos llamada "desperdicio de alimentos" se refiere al desecho o uso alternativo (no alimentario) de alimentos seguros y nutritivos para el consumo humano a lo largo de toda la cadena de suministro alimentario, desde la producción primaria hasta el consumidor final. El desperdicio de alimentos es reconocido como una parte distinta de las pérdidas de alimentos ya que los motivos que lo generan son diferentes de aquellos que generan las pérdidas de alimentos.
El hambre sigue siendo uno de los desafíos más urgentes del desarrollo, pero el mundo produce alimentos más que suficientes. Recuperar tan sólo la mitad de lo que se pierde o desperdicia podría bastar para alimentar al planeta. La iniciativa Save Food, dirigida por la FAO, colabora con organismos internacionales, el sector privado y la sociedad civil para permitir que los sistemas alimentarios reduzcan la pérdida y el desperdicio de alimentos, tanto en los países en desarrollo como en el mundo industrializado.