El pasado domingo llegó a muchas partes del mundo y nuestro país la noticia de que el Divo de Juárez, Juan Gabriel, había muerto de un infarto en Estados Unidos a la edad de 66 años. Tuvo una trayectoria notable no solamente en el mundo de la música, sino como actor, compositor, productor musical y filántropo. Su carrera tuvo tanto impacto que sus composiciones musicales han sido interpretadas por más de 1500 artistas de todo el mundo y traducidas a diversos idiomas como el alemán, francés, turco, italiano, griego, inglés, entre otros. También es el artista mexicano que más reproducciones tiene en la plataforma YouTube y el artista hispano más cantado del mundo.
Cabe en este espacio hablar sobre su carrera y hacerle el homenaje correspondiente tras su muerte por el impacto que ha tenido en la cultura, y sobre todo por su característica forma de activismo LGBT que no requirió de lo que comúnmente se hace hoy en día como las marchas o los discursos políticos.
En su carrera cuestionó fuertemente los estereotipos de género, pues dejó fuera el estereotipo machista que caracteriza a los cantantes de mariachi e incluso transformó la vestimenta tradicional del género incluyendo colores como el rosa en dicha indumentaria, siendo este el último color que un típico macho mariachi hubiera usado antes que él, y probablemente después de él pase tiempo antes que alguien más se atreva.
Juan Gabriel, como muchas otras personas que viven una sexualidad no binaria ni heterosexual, vivió bajo los insultos homofóbicos de las mismas sociedades que lo encumbraron y admiraron, y que hoy siguen cantando sus canciones que continuarán pasando a la Historia tal como las de José Alfredo. No solo eso, sino que lo hizo con la dignidad y el orgullo de sí mismo que lo caracterizaron siempre sin quitarle la alegría en el escenario.
Durante las primeras décadas que Juan Gabriel construyó su carrera, el movimiento LGBT en México no era tan visible como hoy en día y la sociedad mexicana, machista y homofóbica, sintió hacia él profundo morbo e interés en lo relativo a su sexualidad, a lo que nunca dio una concreta respuesta verbal pero si fue conocido mundialmente por su comportamiento estereotipadamente gay, su vestimenta colorida y su forma de bailar, lo cual le ganó la simpatía de este y otros gremios por su calidad artística más que por algo que a nadie incumbía más que a él.
Ante los ataques, insultos, calumnias y burlas venidas de la incomprensión de las personas, Juan Gabriel atinó su respuesta ante la gran pregunta de Fernando del Rincón en el Programa Primer Impacto en 2002 “¿Usted es gay?”: “Yo le respondo a usted con otra pregunta. Dicen que lo que se ve, no se pregunta m’hijo”. La respuesta del entrevistador fue aun mejor: “Yo veo un cantante frente a mí, a un triunfador”.
Con este intercambio de palabras acompañado de una larga serie de acciones, Juan Gabriel puso claro que una característica convertida en una etiqueta reduccionista y discriminatoria no puede ser más importante que el propio talento. De esta manera luchó a su manera contra la homofobia de este y todos los países donde tiene admiradores y abrió un poco más la puerta que en su momento hicieran visible Carlos Monsiváis, Salvador Novo y otros antes que él.