Cuando dijo sí a la candidatura a la alcaldía no sabía con certeza en lo que se metía; cuando rindió protesta como alcalde el pasado 30 de noviembre ya estaba más que enterado del compromiso que se echó acuestas.

Marco Novelo es un tipo bien intencionado. Sencillo de trato. Ordenado.

Como empresario poco se le puede cuestionar. Integrante de una familia que desde décadas han contribuido al desarrollo turístico de Ensenada. De ahí brincó de manera inesperada y sorpresiva a la vida pública; apenas seis años atrás.

Ahora como gobernante del municipio y deslindado temporalmente de sus intereses privados, Novelo se pone en una tribuna donde sus voces más cercanas le rendirán tributo, pero el resto no. El resto le seguirá los pasos y le juzgará sin miramientos.

Y es que no hay de otra.

Las excusas y las justificaciones aquí ya no tienen cabida.

Y eso lo sabe el empresario hotelero. Sí. Si no había dimensionado el tamaño de la responsabilidad asumida, seguramente ahora ya lo sabe.

Los ensenadenses reclaman, y lo hacen con toda razón, que se mejore todo. Y todo es todo.

Que la administración de los recursos sea eficiente, que la prestación de los servicios públicos sea en tiempo y forma, que la seguridad pública trascienda en la disminución de los delitos, que se favorezca la inversión y la generación de empleos.

Que se note, pues, en los hechos las promesas y los compromisos establecidos.

Marco Antonio Novelo tuvo los meses suficientes para conformar un equipo de colaboradores que le asistan con atingencia en la tarea de gobernar. Sí las designaciones fueron atinadas o no, el tiempo y los resultados así lo demostrarán.

De una o de otra cosa solo él rendirá cuentas. Nadie más.

Marco Antonio Novelo tuvo los meses suficientes para estructurar un plan de gobierno con las acciones y programas que den respuesta los problemas más apremiantes de atender, y que se supone fueron rigurosamente enlistados.

De los aciertos y los desaciertos solo él rendirá cuentas. Nadie más.

Marco Antonio Novelo tiene algo que debe aprovechar y que se llama beneficio de la duda.

Sí, ese beneficio de la duda tan escaso de encontrar en estos tiempos y que da precisamente ese margen de tiempo para demostrar con hechos lo que se prometió.

No hay de otra. Novelo sabe que al final, como ocurre, solo a él le llamarán a cuentas.

Por lo pronto es suyo el beneficio de la duda.

Que lo aproveche, pues.