En Noruega, el Consejo de Consumidores hizo públicas las fallas de seguridad informática en dos juguetes e incluso las que calificó como graves, específicamente en cuestiones de privacidad y realizaron un llamado a los padres de familia pues, dicen, "los padres tienen que saber cómo funcionan estos dispositivos para proteger a sus hijos".
Esta alerta se emitió especialmente por la temporada navideña, pues las ventas de juguetes se disparan y los muñecos interactivos conectados a Internet empiezan a ganar presencia en los anaqueles y las tiendas en línea.
Estos juguetes se encuentran en la categoría llamada Internet de las Cosas.
A diferencia de un refrigerador o una estufa, los juguetes están diseñados para que los niños interactúen con ellos por medio su voz. De hecho, el año pasado ya se habían emitido alertas respecto a la muñeca Barbie Hello, acusada de espionaje porque su fabricante almacenaba las conversaciones de los niños con el muñeco. Mattel reaccionó con un comunicado en el que argumentó que dichas grabaciones solo eran para mejorar las características del producto.
Este año, los noruegos alertaron sobre la muñeca Cayla y el robot i-Que, pues sus características de conectividad permiten que cualquier persona con un teléfono inteligente puede tomar el control de los juguetes y así, hacerlos hablar o grabar las conversaciones.
Por si esto no fuera suficiente, el Consejo de Consumidores comprobó que lo escuchado por el juguete se transfiere a la compañía estadounidense Nuance Communications, que se especializa en tecnologías de reconocimiento de voz y que se reserva el derecho de utilizar la información, para distintos propósitos.
Solo es cuestión de tiempo para que estos juguetes, ahora novedosos, se conviertan en artefactos de uso cotidiano. Toca a los padres de familia decidir si el riesgo que se corre vale la pena.