La salsa Kétchup es uno de los aderezos industrializados que más consumimos en este planeta y por su volumen de ventas se ubica en segundo lugar, solo después de la mayonesa. Nuestro vecino del norte, en promedio, compra tres botellas por persona al año, lo que equivale a 10 mil millones de onzas; el éxito de este producto tendría que adjudicársele a Henry J. Heinz con su novedoso método de elaboración, quien eliminó el benzoato como conservador y en su lugar aumentó la cantidad de vinagre, logrando reducir drásticamente el riesgo de deterioro, aparte de mejorar el sabor de la misma, esto fue en el año de 1876.
Según un recetario publicado en 1732 por el escritor inglés Richard Bradley, la salsa kétchup tiene su origen en el sudeste de Asia en una pasta de pescado fermentado que no lleva tomate, los británicos la encontraron a finales del siglo XVII y se cree que los comerciantes la llevaron de Vietnam a China en esa época.
Mi primera aproximación con esta salsa fue en la comida rápida, me gustó por su sabor y también por su largo periodo de conservación (uno de los motivos de su invento), sin embargo, no estoy totalmente convencido de su uso frecuente por su proceso de industrialización, ya que se le agregan más conservadores de los necesarios, por este motivo comparto una receta de kétchup “casera” para hacerla sobre todo en la temporada cuando los tomates tienen un precio accesible, ¡buen provecho!