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Síndrome metabólico y sexualidad

En serio… hablemos de salud sexual

  
Nota publicada el 22 de febrero de 2017
por Rocío Linares

A mediados del año pasado fue publicada en este espacio una nota sobre el curioso hecho de que aunque la sexualidad es afectada por las enfermedades endócrinas, esto es poco estudiado y atendido, siendo una de las pocas maneras la intervención en caso de requerir asistencia reproductiva, pero dejando de lado el hecho de que la sexualidad es un área vital en nuestra vida independientemente del deseo de tener hijos.

Es importante voltear a ver lo que sucede cuando estos factores convergen porque gran parte de la población del mundo y nuestro país padece enfermedades como la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes y desórdenes como altos índices de colesterol malo y triglicéridos por la dieta que usualmente seguimos y por la accesibilidad a los alimentos y hábitos que refuerzan estos estados de salud.

Entre las afecciones más comunes a la sexualidad cuando existe síndrome metabólico, está el detrimento de la autoimagen sexual, dado que en muchos casos el diagnóstico o pre-diagnóstico va acompañado de hábitos como el sedentarismo que afectan la estética corporal y el rendimiento físico de manera que somos y/o nos sentimos menos capaces de satisfacer a nuestra pareja o de sentirnos cómodos en nuestra propia piel desnuda.

A esto podemos agregar las disfunciones sexuales, siendo la disfunción eréctil la más asociada en el caso de los hombres. Recordemos que la disfunción eréctil es la incapacidad persistente y recurrente en el hombre de lograr y/o mantener una erección por tiempo suficiente para que el coito sea satisfactorio para él y/o para su pareja. Los cuerpos cavernosos del pene que es donde se junta la sangre necesaria para que el pene crezca y se ponga erecto durante la excitación. En el caso de la diabetes existen complicaciones vasculares, neurológicas, endoteliales y funcionales que a largo plazo pueden presentarse en el endotelio cavernoso y causar que las erecciones sean menos firmes o más difíciles de alcanzar o mantener.

En el caso de las mujeres el daño endotelial puede llevar a sentir dolor durante la penetración e incluso a la apatía sexual, asociada desde luego a factores como que el diagnóstico puede converger con una etapa del climaterio y otros factores.

Es importante recalcar que una disfunción sexual siempre es multifactorial, y aunque exista un síndrome metabólico como causal, no hay que olvidar otros factores como los psicológicos y sociales, las experiencias de vida que la persona pudiera tener incluso mucho antes de que se le diagnosticara y que pudieron coadyuvar a que el cuadro avanzara. Los temores, problemáticas y traumas también forman parte de lo que en su momento tratamos, y por ello ningún caso se puede tratar con la misma receta.

Sobre todo cuando hablamos de diabetes, las cosas pueden tomarse como un negro panorama al tratarse de una condición crónica degenerativa, pero no todo se pierde jamás. Recordemos que el tratamiento de las disfunciones sexuales y de los problemas de autoimagen sexual es posible, siempre de la mano de un tratamiento integral con un médico internista, cardiólogo, nutriólogo y de cualquier otra especialidad que se requiera además del apoyo psicológico o sexológico.

Lo primero es recordar que la sexualidad, incluso la coital, no se trata únicamente de penetrar o ser penetrado(a), sino del compartir la corporalidad integral en su verdad más honesta, para lo cual no hay técnica, experiencia o salud que sea estrictamente necesaria mas allá de la capacidad de estar ahí y entregarse a la experiencia de forma consensuada y armoniosa.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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