El ascenso de una estrella de los reality shows no debería ser una sorpresa. No para nosotros. Guardadas las proporciones, Televisa y TV azteca palidecen con respecto a la influencia que tienen los medios en Estados Unidos.
Fui de los que falló al escribir que Donald Trump no tenía ninguna posibilidad de alcanzar la Casa Blanca. Y fallé a pesar de llevar un poco más de un año analizando los medios. Fox News defendió a capa y espada todo lo que saliera de la boca de Trump. Aquí quiero hacer una importante aclaración. Rupert Murdoch es un tipo de negocios. Los ocho años de Barack Obama en la presidencia fueron muy buenos para los ratings de su canal. Fox News se convirtió en la némesis del presidente, divulgando información tendenciosa (bias se diría en inglés) muchas veces mintiendo de manera descarada, porque detrás de ellos estaba el mercado de subscriptores.
Algunos medios lo reconocerían, si Murdoch generara más dinero alabando a Obama, lo hubiese hecho sin remordimiento. Trump gobierna y gobernará para esa minoría de suscriptores de Fox News que lo eligió. Por ello ha excomulgado a CNN y a los demás medios al acusarlos de ser medios de noticias falsas.
Hace un poco más de diez años fui invitado a un programa de radio en Los Angeles. En la mesa anterior al programa en el que sería entrevistado dije que Estados Unidos tenía los medios de comunicación más poderosos del mundo, y al mismo tiempo la gente peor informada. Eran los tiempos en los que apenas se iba desvelando la falsa información utilizada para declarar la Guerra en Irak.
No hubo furia a nivel nacional porque los medios se encargaron de apaciguar los ánimos. La conexión entre la realidad y la mentira se había hecho difusa. En Estados Unidos hay una escisión profunda entre dos corrientes que empiezan a distanciarse entre sí. La visión de una social democracia estilo europeo cuyo máximo exponente es Bernie Sanders, y la de los halcones pro guerreristas republicanos, cuyo centro nervioso y neurálgico está enquistado en la clase política norteamericana.
Las primarias demócratas y republicanas sirvieron de catalizador para entender estas asimetrías. Donald Trump obtuvo 23 veces la cobertura de Bernie Sanders con una plataforma parecida anti establishment.
Y sirvió para validar la teoría que afirma que la parte más intransigente y racista del electorado norteamericano solo se entera por la televisión.
Y la televisión manipula elecciones. También habría que recordar que hay una profunda conexión entre televisoras y el complejo militar industrial. Algunas industrias militares son accionistas de canales de televisión. Y de manera obvia al ser dueños deciden que contenidos deben ser compartidos.
La gran tragedia de nuestros tiempos es saber que el país más poderoso del mundo es gobernado por una estrella de TV. Y que esa nación decide el destino de cientos de millones de personas basados en las invenciones de un aparato de propaganda que solo quiere hacer dinero.
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