Desde que los políticos descubrieron que la mayoría de los votos son más un producto de la mercadotecnia que de una cuestión racional, han trasladado a las campañas todo tipo de recursos para mostrarse ante un cada vez más reducido grupo de electores. Sin la presencia de los medios tradicionales en la vida de los ciudadanos, las posibilidades para realizar campañas deben optar por lo alternativo y en este campo, lo nuevo es la omnipresencia gracias al holograma.

Se trata de una técnica conocida desde el siglo XIX como Fantasma de Pepper, empleada con regularidad en montajes de ilusionismo y conste que todavía no me refiero al proceso electoral.

Aunque lograr estos efectos requiere condiciones controladas de iluminación, como las que se pueden manejar en un escenario, el avance tecnológico ha permitido que cada vez sean menos las necesidades especiales.

La recreación en holograma de artistas no es cotidiana pero si es de uso común en las capitales del espectáculo, incluso en México se empleó esta técnica durante un homenaje al entonces recién fallecido Juan Gabriel, que ante el público cantó a dúo con Juanes.

Apenas hace unos días el candidato a la presidencia de Francia, Jean-Luc Mélenchon, utilizó esta técnica para presentarse en varios lugares al mismo tiempo, aunque sentirse Dios en una campaña política tampoco es muy original que digamos.

Jean-Luc estaba en un escenario de Dijon y su imagen fue proyectada en Grenoble, Montpellier, Clermont-Ferrand, Nancy y en Le Port, Isla Reunión, ubicada en el Océano Índico. Claro, no se trataba de un momento cualquiera, sino del gran mitin previo a las elecciones.

Si técnicamente es posible y además se encuentra en ese mar de oportunidades conocido como las áreas grises de la ley, puede estar seguro de que en el 2018 tendremos hologramas de todo tipo de partidos y coaliciones en auténticos circos tecnopolíticos.

Aparecer y desaparecer no será problema si se trata de votos.