Para poder describir el aspecto histórico de este lugar, debemos primero buscar en los polvorientos documentos de la historia un lugar llamado Calmalli. Este lugar se encuentra en lo más profundo del desierto central de la península de Baja California. Su ubicación, se me antoja decir que sería el ombligo de nuestra comarca, a mitad aproximada entre el Océano Pacífico y el Golfo de California y así mismo, a la mitad entre Cabo San Lucas y la frontera con el vecino estado de California. Ahí, Emiliano Ibarra descubrió oro en la segunda mitad de los 1770s. El Sr. Ibarra dedicó el resto de su vida a buscar y explotar oro en esa región. Denunciando sinnúmero de minas de las cuales extraía modestas cantidades de oro de la mejor calidad. Con el principio del nuevo siglo XX don Emiliano vendió sus derechos a inversionistas americanos en la cantidad de 25 mil pesos oro. Por cerca de 30 años esas minas produjeron más de 3 millones de dólares en oro. En ese lugar se edificaron las instalaciones que eran necesarias para el funcionamiento de la mina, un molino de 20 estampas, el más grande de toda la península, en 1905 había 30 casas, un par de tiendas, las oficinas de la Ybarra Mining Company, hoy solo quedan veredas, parte de algunas paredes de adobe y nada más.

Es imposible hoy imaginar cómo se transportaban todos los materiales necesarios para la construcción, crecimiento y funcionamiento de las minas. Para darnos una idea hagamos una imagen mental. Nuestra primera referencia será la Villa de Jesús María, delegación municipal de Ensenada, cerca de 600 kilómetros al sur de nuestra ciudad. Por ahí cruzaba (y aún existe) el camino que cruzaba del Océano Pacífico a Calmalli, una distancia de 100 kilómetros aproximadamente. En la costa se encuentran una serie de “lagunas” (grandes entradas de mar que forman una especie de estero gigantismo) siendo la de Ojo de Liebre en Guerrero negro la más reconocida. En la parte norte de esas lagunas, se encuentra la llamada Laguna Manuela, motivo de esta reseña. En ese lugar se construyó el Puerto de Santo Domingo, donde atracaban regularmente vapores que hacían servicio de cabotaje a Ensenada y San Diego, de ahí en carretas tiradas por seis u ocho mulas transportaban la carga que llegaba y salía de Calmalli.

Para llegar a Laguna Manuela se toma un camino de terracería en muy buen estado que parte del poblado Villa de Jesús María y se adentra con dirección al poniente por unos 10 kilómetros. Aparte del aspecto histórico uno encuentra una panorama simplemente maravilloso. Su belleza natural, sus aguas calmas protegidas, su multitud de aves que anidan en sus alrededores, la tranquilidad que da el aislamiento ya que no hay servicio de teléfono ni demás modernidades. Si uno lleva lo indispensable hay vasto lugar para acampar y disfrutar.

Para continuar el paseo, uno se puede adentrar hacia la costa, hay un sendero que en los primeros 3 kilómetros, imponentes formaciones rocosas, se adentran al mar. se puede disfrutar de una vigorosa o tranquila caminata o si se quiere se puede ir en vehículo de doble tracción. Se encuentran en esta parte, una lobera con buena cantidad de lobos marinos. Varias playas de suaves arenas. Hay un arco de piedra, natural llamado “La Ventana”. Durante ese corto paseo se aprecia la flora y fauna típica de la región. Aun en los días mas concurridos la cantidad de personas en esos lugares es muy reducida.

Uno más de los lugares remotos, casi desconocidos, que nos ofrecen la belleza única e incomparable de nuestra Baja California.

Estimado lector, si piensas visitar esos lugares lleva todo lo que necesitas y no dejes nada, solo tus huellas de los pies. CONOCE BAJA CALIFORNIA. Admira y respeta.