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Vacuna para el camarón de cultivo:

científicos en el mercado de innovación

  
Ilustración: Sitio de CONACYT

Nota publicada el 30 de junio de 2018
por CONACYT

Por Karla Navarro. El virus del síndrome de la mancha blanca (WSSV, por sus siglas en inglés) es causante de la enfermedad infecciosa más devastadora para el camarón de cultivo, ya que llega a provocar mortalidades hasta del 100 por ciento.

El amplio número de hospederos, las múltiples vías de infección, la gran velocidad de replicación del virus y su poder de propagación, son aspectos a considerar en una infección por virus de la mancha blanca, afirman especialistas en el artículo“El camarón de cultivo frente al WSSV, su principal patógeno”, publicado en 2004 en la revista AquaTIC.

Para combatir el WSSV, el doctor Jorge Olmos Soto, especialista del Departamento de Biotecnología Marina del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), desarrolló una vacuna que consiste en una formulación en polvo que se adiciona al alimento de los camarones producidos en granjas de cultivo.

Tras haber comprobado su efectividad en laboratorio, el doctor Olmos Soto unió esfuerzos con el sector privado para impulsar la comercialización de la vacuna, con lo que se convierte en uno de los dos investigadores del CICESE que, gracias a las reformas a la Ley de Ciencia y Tecnología, publicadas en 2015 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), pueden llevar sus innovaciones al mercado.

Vacuna y superalimento

La investigación básica fue desarrollada en el Departamento de Biotecnología Marina del CICESE y el escalamiento, producción, formulación, presentación comercial y pruebas en campo se realizan por Adntest Laboratorios; la vacuna cuenta con diversos compuestos que ayudan a que el antídoto funcione adecuadamente, además de mejorar la digestión y asimilación del alimento.

Doctor Jorge Olmos Soto.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Jorge Olmos Soto explicó que el compuesto es un bioaditivo funcional que combina la vacuna contra el virus de la mancha blanca del camarón con componentes que mejoran la digestibilidad y con ello incrementan el peso de los camarones y disminuyen el alimento que se desperdicia.

A partir de su escalamiento comercial, la vacuna ha pasado por una serie de pruebas que buscan garantizar que los resultados satisfactorios que se obtuvieron en laboratorio, se repliquen en las granjas de cultivo de camarón.

“Aquí en CICESE las pruebas se hicieron en invernaderos bajo condiciones controladas de cultivo; ahora el reto es que la formulación se pruebe en dos hectáreas de cultivo de camarón”.

Retos de la innovación

Las diferencias entre la experimentación con fines de investigación científica y la innovación comercial no solo radican en sus dimensiones, sino también en la utilización de ingredientes que garanticen la rentabilidad del producto una vez que se lance al mercado, y que además conserve su efectividad.

“No es lo mismo usar un medio de cultivo para un laboratorio científico que usar un medio de cultivo para producir mil o 10 mil litros de un cultivo, no te cuestan lo mismo los ingredientes, necesitas la disponibilidad de los ingredientes”, apuntó el doctor Jorge Olmos Soto.

Subrayó que el hecho de que la innovación ofrezca resultados satisfactorios en laboratorio no es garantía de que funcionará a nivel comercial, donde intervienen nuevos factores de producción y uso.

En el caso particular de la vacuna contra el virus de la mancha blanca del camarón, se han enfrentado con el reto de producir una formulación altamente concentrada, estable, a un precio competitivo y lograr conservar sus propiedades después de que es sometida a muy altas temperaturas cuando se integra al alimento de camarón.

No obstante, el investigador del CICESE consideró indispensable atravesar por estos desafíos para lograr que las innovaciones en las instituciones de investigación trasciendan y generen un impacto social positivo.

“En instituciones como la nuestra se generan muchas investigaciones de ciencia básica de buena calidad; sin embargo, para llevarlas a un producto comercial hay que invertir mucho tiempo, dinero, recursos e infraestructura que a veces las instituciones no tienen”.

Estimó que un factor esencial es la participación de inversionistas nacionales que apuesten al desarrollo de productos a partir de investigaciones científicas y que se refleje en la creación de empresas de base tecnológica donde haya cabida para la figura del innovador.

Cultura de la innovación

Las reformas a la Ley de Ciencia y Tecnología y la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, publicadas en diciembre de 2015, eliminan el conflicto de interés que impedía que científicos que laboran en centros públicos de investigación comercializaran los resultados de sus estudios.

Licenciado José Antonio Medina Fanjul.

El ánimo de las reformas legislativas es fomentar la apertura de empresas de base tecnológica que materialicen el desarrollo de conocimiento y su transición desde ciencia básica hasta ciencia aplicada.

Para José Antonio Medina Fanjul, asesor normativo externo del CICESE en materia de ciencia, tecnología e innovación, las modificaciones legislativas de 2015 representan un área de oportunidad para los científicos en todo el país.

A casi tres años de la publicación de las reformas en el DOF, consideró que uno de los retos es que se genere al interior de la comunidad científica la cultura de la innovación, así como despertar el interés de los nuevos investigadores por vincularse con el sector empresarial.

CICESE, un caso de éxito

La comercialización de la vacuna contra el virus causante del síndrome de la mancha blanca del camarón es uno de dos proyectos que a raíz de las reformas a la Ley de Ciencia y Tecnología, surgieron por iniciativa de investigadores del CICESE.

Medina Fanjul comentó que el proyecto del doctor Jorge Olmos Soto es pionero en la materia y abre una trayectoria que podrá ser continuada por otros centros públicos de investigación.

“En el caso del CICESE, como en todos los centros, había ciertas dudas si se podían o no desarrollar los proyectos, hubo consultas en ese sentido conmigo y de alguna manera yo expliqué la forma como se podía llevar a cabo, la forma como normativamente se podía hacer”.

Consideró que en este sentido, las instituciones que tienen como objetivo principal el desarrollo tecnológico tienen una ventaja significativa para transformar sus investigaciones en productos y servicios comercializables.

Enfatizó que una vez que se cuenta con un producto innovador, lo más importante es que exista total convencimiento de que la normatividad permite su explotación comercial y finalmente se lleve a cabo.

CONACYT.
 
 

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