Conocí a Abraham en los 80´s, él trabajaba en una exportadora de mariscos, y me llevaba frecuentemente productos de novedad para “experimentar” en un restaurante que yo tenía en aquellos años. Tiempo después, tuve el gusto de saludarlo cuando visité a mi hijo en una feria de emprendedores de la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales, que Abraham, como profesor, había organizado para los alumnos. Con el transcurrir del tiempo, en el 2006, ya como director fundador de la Facultad de Enología Y Gastronomía, me invitó a formar parte de su equipo docente, y como a muchos de mis colegas del sector restaurantero, me motivó a titularme de la licenciatura y a continuar con una maestría. Durante esos años tuve el privilegio de conocer de cerca a un gran hombre que vivió con pasión, entrega y responsabilidad.

Durante su periodo como director de la escuela de Gastronomía, logró una vinculación académica con el sector productivo del que históricamente se había estado distanciado; “entender las necesidades del sector” siempre fue su lema. El resultado está a la vista: un gran número de convenios de vinculación y el exitoso concurso internacional de vinos.

Propició varias estancias de aprendizaje que rindieron frutos tanto para los estudiantes como para el sector productivo, mediante una modalidad de escuela-restaurante. Esta modalidad estuvo funcionando durante algunos años en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. de CDMX y Aguascalientes y El Colegio de la Frontera Norte de Tijuana. En la actualidad esta modalidad sigue funcionando en la UABC a través de las cafeterías.

Abraham se caracterizó por su liderazgo, tanto en el ámbito personal como en el académico. Fue un gran ser humano, un ferviente católico, que compartió siempre su calidad humana con todo aquel que tuvo el gusto de conocerlo.

Se nos fue un gran hombre, pero nos quedamos con su cálida sonrisa, su trato amable, su interesante plática y su frase característica: ¡ánimo, ánimo!

DEP José Abraham Gómez Gutiérrez.