En México, nos encontrarnos bombardeados desde hace años por información referente al cuidado de la salud: “come frutas y verduras, toma agua”, “haz ejercicio diariamente” y el clásico “evita el exceso” que manejan prácticamente todas las marcas de productos alimenticios. Así pues, la mayoría de las recomendaciones van dirigidas al cuidado de la salud física de las personas, y no es de extrañar que en un país como el nuestro sea así. Aquí, donde los niños sufren de obesidad y diabetes sobra decir que tiene sentido.
Sin embargo, actualmente existe un auge en relación a la salud mental de la población general. Pero, ¿qué es la salud mental? Según la OMS, implica “bienestar personal, independencia, competencia, dependencia intergeneracional y aceptación de la capacidad de crecimiento y realización a nivel emocional e intelectual, permitiendo a la persona el reconocimiento de sus habilidades, superación del estrés cotidiano, el trabajar productivamente, etc.” De manera resumida: una persona que posea una salud mental óptima, será aquella que sea autosuficiente, capaz de tomar decisiones de manera consciente y que posea estabilidad en todas sus áreas de vida (laboral, académico, social, etc.), no de una manera perfecta pero sí equilibrada, al grado de poder vivir lo más sano posible.
Por otro lado, una salud mental deteriorada representará todo lo contrario, pues provocará en la persona afectada una disminución en su calidad de vida general.
De hecho, una de las razones por las que se le ha dado importancia al cuidado mental de los mexicanos, es por las estadísticas. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud Mental, un 18% de la población urbana en edad productiva (15 a 64 años de edad) sufre algún trastorno mental, como la ansiedad, la depresión o alguna fobia. Además, la depresión ha aumentado más del 30% desde el 2014 según datos del INEGI. Aunado a esto y derivado de la pandemia, se ha encontrado que a nivel mundial existe un aumento del 25% en los trastornos de ansiedad y depresión, lo que ha obligado a las instituciones de salud que incluyan de lleno la salud mental de la población en sus prioridades. El miedo al contagio, el aislamiento, la incertidumbre financiera, la soledad y la muerte de seres queridos son algunos de los detonantes de estos trastornos que han ido en aumento en muchos países. En México, menciona el periodista Gerardo Hernández, “la pandemia destruyó más de 12 millones de puestos de trabajo al inicio de la emergencia sanitaria”, además de que se triplicaron las afectaciones de ansiedad y depresión.
Dichos datos hacen obviar la relevancia que la psicología y psiquiatría presentarán a partir de ya, hay que aceptar que cuidar nuestra salud mental y asistir con estos profesionistas es tan importante como acudir a consulta médica.